viernes, 30 de marzo de 2012

El espejismo del espejo azogado

Nno conozco a Alvaro Pombo en el terreno personal lo suficiente para afirmar
que La fortuna de Matilda Turpin sea un fiel reflejo de su experiencia vital
ni siquiera en el sentido más amplio del término.

Tengo esa sospecha observando la construcción psicológica de dos de los
personajes de la obra. Me refiero a la figura del padre, Juan Campos, y a la
de su hijo Fernando. El otro de sus hijos, así como su hija y su yerno son
personajes que podíamos considerar secundarios.

Por su parte, Antonio Vega y Emilia son el objeto sobre los que recaen las
consecuencias de la personalidad más inconfesable del profesor de filosofía.

El personaje de Matilda Turpin ocupa todos los espacios al modo que lo ace
Rebeca en la obra de Daphne du Maurier, ejerciendo su influencia desde la
primera página hasta la última a tavés del acío que dejó en todos su
ausencia.

Observando la forma en que se muestran al lector los dos personajes
principales a los que queremos referirnos, el del padre y el del hijo,
tenemos la impresión que detrás de ellos elautor quiere decirnos algo, y
quiere mostrarnos un modo distinto de interpretar la vida y a nosotros
mismos como miembros activos y miembros pasivos de ella.

Nuestras tentativas de identificar al autor con el uno o con el otro se ven
frustradas por falta de la información precisa. No descartamos tampoco,
desde luego, que sean dos arquetipos literarios creados con el fin de
justificar o pedir cuentas a través de ellos un ideario de vida con el que
podemos o no estar de acuerdo, pero que nunca nos deja indiferentes.

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