viernes, 30 de marzo de 2012

El espejismo del espejo azogado

Nno conozco a Alvaro Pombo en el terreno personal lo suficiente para afirmar
que La fortuna de Matilda Turpin sea un fiel reflejo de su experiencia vital
ni siquiera en el sentido más amplio del término.

Tengo esa sospecha observando la construcción psicológica de dos de los
personajes de la obra. Me refiero a la figura del padre, Juan Campos, y a la
de su hijo Fernando. El otro de sus hijos, así como su hija y su yerno son
personajes que podíamos considerar secundarios.

Por su parte, Antonio Vega y Emilia son el objeto sobre los que recaen las
consecuencias de la personalidad más inconfesable del profesor de filosofía.

El personaje de Matilda Turpin ocupa todos los espacios al modo que lo ace
Rebeca en la obra de Daphne du Maurier, ejerciendo su influencia desde la
primera página hasta la última a tavés del acío que dejó en todos su
ausencia.

Observando la forma en que se muestran al lector los dos personajes
principales a los que queremos referirnos, el del padre y el del hijo,
tenemos la impresión que detrás de ellos elautor quiere decirnos algo, y
quiere mostrarnos un modo distinto de interpretar la vida y a nosotros
mismos como miembros activos y miembros pasivos de ella.

Nuestras tentativas de identificar al autor con el uno o con el otro se ven
frustradas por falta de la información precisa. No descartamos tampoco,
desde luego, que sean dos arquetipos literarios creados con el fin de
justificar o pedir cuentas a través de ellos un ideario de vida con el que
podemos o no estar de acuerdo, pero que nunca nos deja indiferentes.

viernes, 23 de marzo de 2012

Álvaro Pombo, una persona de trato exquisito y verbo cálido.

Le conocí en Santander una mañana de principios de mayo que llovía con
fuerza y soplaba el viento del norte. Visitábamos la Feria del Libro que
suele celebrarse en esa temporada del año, y Alvaro Pombo estaba siendo el
escritor invitado de la misma, pronunciando el pregón de su inauguración y
apoyándola con su presencia continuada.
Santander es para Alvaro Pombo una ciudad con la que se siente muy
identificado. Nació en Santander en 1939, y en Santander se encuentra
radicada su familia desde hace generaciones enteras disfrutando del
prestigio social de los apellidos que an adquirido popularidad y renombre
con el paso del tiempo.

La lluvia azotaba la carpa que cobijaba los stands contra las inclemencias,
y las pocas personas que había allí en lugar de estar por interesarles los
libros lo hacían para refugiarse del agua bajo la mirada comprensiva del
escritor, que permanecía sentado a la espera de algún lector interesado en
que le firmara un libro.
Yo le había oído hablar alguna vez por radio, y me había llamado la
atención su conversación amena, su dominio del lenguaje y su capacidad para
cautivar al oyente suspendido en la atracción de su voz serena y sus
palabras magnéticas. Por entonces había leído pocos libros suyos, creo que
sólo El héroe de las mansardas de Mansard, Donde las mujeres y La cuadratura
del círculo, y en todos ellos había encontrado algo que me gustaba y algo
que no tanto, pero decidí acercarme para decirle que había leído algunas de
sus obras y agradecerle la publicidad que hacía de nuestra ciudad cuando
intervenía en entrevistas y tertulias en los medios de comunicación.
Algunas veces, cuando estamos con alguien de quien sólo tenemos
referencias por ser una persona conocida, nos sentimos decepcionados
esperando que fuese más alto, más elegante o le acompañasen virtudes
excepcionales que no se ven contrastadas con la realidad del contacto
cercano. A mí me pasó lo contrario, y desde el primer momento tuve la
impresión de encontrarme delante de una persona atenta y amable. Digo atenta
porque me prestaba atención como si para él en ese momento fuera lo más
importante del mundo, y digo amable porque era exquisito en la forma de
escuchar lo que le decía y escoger las palabras más cordiales para
contestarme.
Le pregunté por su próximo libro, y me dijo que también lo situaría en su
tierra, aunque seguramente daría nombres supuestos a los distintos enclaves
y las referencias a la ciudad de Santander las haría con algún nombre creado
a propósito.
He recordado esta anécdota al leer La fortuna de Matilda Turpin,
reconociendo en sus páginas algunas de las playas de nuestra costa, algunos
pueblos y, de forma muy concreta, la ciudad de Santander bajo el nombre de
Letona. Probablemente él no me habló nunca de esta novela y tal vez de
ninguna otra en concreto, pero a mí me gusta pensar que así fue, y al releer
La fortuna de matilda Turpin, el libro seleccionado en el taller para este
mes de marzo, me ha venido a la memoria el día que pude saludar
personalmente a Alvaro Pombo en la Feria del Libro de primavera y me dejó
tan buen recuerdo.

martes, 20 de marzo de 2012

comentario recibido de Reme

Un blog sobre un taller de lectura se hace principalmente con la intención
de compartir con los visitantes los libros que vamos leyendo, intercambiar
opiniones sobre las obras y también recibir sugerencias de los libros leídos
por los visitantes. Por este motivo nos satisface la evolución que está
experimentando el nuestro desde los primeros meses de vida, en los que ya
podemos contar con varios centenares de visitas y estamos empezando a
contactar con personas aficionadas a la lectura de distintas partes del
mundo, lo que no hubiera sido posible o muy difícil si no nos hubiésemos
decidido a difundir la actividad de nuestro taller a través de Internet.
Reproducimos aquí el mensaje que hemos recibido de Reme por correo
electrónico, en el que nos dice que ha leído El río que nos lleva y nos
propone un nuevo título para que lo incorporemos a los libros pendientes de
lectura. Dice así:
"Hasta ahora no había leído nada de José Luís San Pedro El río que
nos lleva ha sido la primera obra y la verdad es que me a gustado bastante .
Tiene una forma de escribir diferente a lo que he leído hasta ahora .
La descripción de los personajes y del entorno hace que te sientas parte del
libro.
Me han recomendado que lea la sonrisa etrusca y ya lo he puesto en mi lista
pendiente de lectura .
Voy a recomendar El violinista de Mathausen que acabo de leer y me a gustado
muchísimo."

Agradecemos tu comentario, Reme, porque tus aportaciones enriquecen la
actividad del taller y nos abren nuevos caminos y nuevas posibilidades de
futuro.
Puedes, podéis, escribirme a: eutiquio@cabrerizo.es

miércoles, 14 de marzo de 2012

Nuestra tertulia sobre El río que nos lleva

El intercambio de opiniones se desarrolla con el interés y la amenidad que
viene siendo habitual en la dinámica del grupo. Empezamos con una primera
intervención de todos los asistentes, comentando los aspectos que cada uno
consideraba más sobresalientes y haciendo una valoración inicial de la obra.

A juicio de Maite el autor habla poco de los gancheros y cree que es una
pena porque la novela podría servir para hacer un homenaje a un oficio que
casi ninguno conocemos porque ha desaparecido.

Loli opina que tal vez el motivo por el que Sampedro no centra el argumento
de forma más directa en la actividad de los gancheros es porque la elección
del tema se debe al impacto que le causó a los trece años el encontrarse una
cuadrilla de hombres caminando por encima del agua, llamando su atención ver
el río lleno de maderos que bajaban, pero no por un conocimiento más cercano
de ese tipo de vida.

Algunos comentan que el ritmo de la trama les ha parecido lento en algunos
capítulos, y que podría considerarse una novela costumbrista en la que
refleja las tradiciones de los pueblos por los que pasan.

Para Isabel y Begoña la obra es una metáfora de la vida humana, motivo por
el que se titula El río que nos lleva en lugar de llamarse Los gancheros,
por poner un ejemplo.

Loli se refiere al capítulo de la convalecencia de Sannon en la casa de Don
Pedro, partidario de la vida natural y de la libertad de ideas. Cree que
resulta denso para el lector medio y que en algunos párrafos se alarga en
reflexiones y planteamientos casi filosóficos.

El personaje de Paula anima el debate especialmente movido por la simpatía
que despierta en todos, destacando en unos casos por su prudencia de
carácter, en otros por su habilidad para controlar situaciones difíciles.
Santiago quiere destacar los méritos del escritor, capaz de crear el
personaje con una personalidad tan extraordinaria que despierta la
admiración de los lectores.

La tertulia discurre de forma natural, como si fuera la corriente de un río,
aflorando muchas ideas sueltas imposibles de recoger todas.

Otras obras suyas que recomendamos para su lectura son La vieja sirena, Real
sitio, El amante lesbiano, Mar a fondo, y, de una forma muy especial, La
sonrisa etrusca, que leímos en las primeras etapas del taller y todavía
seguimos recordando con agrado.

miércoles, 7 de marzo de 2012

La fortuna de Matilda Turpin, de Álvaro Pombo

Álvaro Pombo es uno de los escritores santanderinos que pertenece a
la Academia de la Lengua y goza de un gran prestigio literario en el
panorama nacional.

Premio Herralde, Premio Nacional de la Crítica, Premio Nacional de
Narrativa, Premio Fastenrath, Premio Planeta...

En el mes de enero de este año 2012 le han concedido el Premio Nadal
por su novela El temblor del héroe y, aunque hace dos años leímos en el
taller de lectura el cielo raso, que había obtenido el Premio Fundación José
Manuel Lara, hemos querido tener un gesto de reconocimiento, a modo de
homenaje, seleccionando para su lectura este mes su novela La fortuna de
Matilda turpin, ganadora del Premio Planeta en el año 2006, obra que suscitó
importantes discrepancias entre sus muchos lectores.
Las opiniones divergentes en torno a la misma obra son, sin
duda, fuente de enriquecimiento cultural de cuantos participan y
participamos en tertulias literarias. Representa también una oportunidad
para contrastar nuestra impresión del libro con los demás que lo están
leyendo al mismo tiempo que nosotros.
Sólo tienes que mandarnos tu comentario para compartirlo con todos
del mismo modo que aquí iremos poniendo lo que opinen los otros para que lo
veamos todos.
En este mes de marzo anímate a leer La fortuna de Matilda Turpin, de
Álvaro Pombo.

martes, 6 de marzo de 2012

Comentario de la novela "El Río que nos lleva"

Esto es lo que dice nuestra compañera Brígida sobre el libro que hemos leído
en febrero:

Ambientada en la década de los cuarenta, un narrador en tercera persona, nos
cuenta la tragedia protagonizada por los gancheros, que conducen la maderada
a lo largo del cauce del río Tajo.
Son hombres desarraigados de la sociedad, huidos de la Justicia, y en
ocasiones, de sus propios fracasos. Cada uno arrastra una historia, una vida
rota, una melancolía.
Con maestría, con frases cortas, cargadas de contenido, el autor va
dibujando el ambiente en el que destacan tres personajes bien definidos:
El Americano, hombre enigmático, de grandes dotes de mando, que a pesar de
todo, siente la necesidad de hablar de su pasado. Es el capataz de la
cuadrilla de gancheros que conduce la maderada a lo largo del río Tajo.
El irlandés, un excombatiente de la guerra, que no puede olvidar los
horrores vividos, y no acepta los homenajes que el mundo rinde a los
vencedores. Desanimado y abatido, huyendo de esta barbarie, decide quedarse
un tiempo de reflexión en España. La casualidad le llevará a unirse a los
gancheros.
Paula, joven taciturna y valiente, que a diario, tiene que mantener a raya,
los lógicos impulsos viriles de los miembros de la cuadrilla, tanto tiempo
privados de sus desahogos.

Magistralmente dibujados los perfiles de los seres que se mueven en este
drama:
El cacique, dueño de vidas y haciendas: el Benigno.
El depravado y ajeno a todo escrúpulo: el Dámaso.
El hombre religioso: el Cuatro Dedos.
El mujeriego: el Seco.
El ingenuo: el Rubio, que aprenderá una lección de vida, cuando el Seco lo
disuade de pelear por la mujer del tabernero
El hombre pacífico que se interesa por la cultura: el Lucas
La mujer honesta: la Paula, que defenderá sus principios morales a cualquier
precio.
El clásico macho ibérico: el Antonio, que se siente dueño de la mujer, a la
que vigila constantemente.
El hombre íntegro, que abandona los oropeles para vivir acorde a su
vocación: el sacerdote de Sotabancos.
Las alcahuetas: Las hermanas del Benigno, dispuestas a sacar provecho de la
soledad de la muchacha, aun sabiendo el futuro que le espera.

El valor y la sabiduría, contenidos en la deforme figura del Chepa.
No olvida la pincelada de ternura con la presencia del "Galerilla"
El viejo hidalgo, las mañas de la ciega, las señoritas excursionistas, las
fiestas religiosas y profanas, descritas con detalle y autenticidad. Todo en
la obra, y sobre todo el trágico final, hace que no se olvide una vez leída.
Y hago notar, la amabilidad del autor, de leer los últimos párrafos para
nuestro colectivo

Brígida Rivas Ordóñez
Alicante, febrero de 2012.

jueves, 1 de marzo de 2012

Influencia de la fisiología en la producción literaria

La capacidad de crear en su sentido más estricto la inmensa mayoría de
los hombres se la atribuye exclusivamente al concepto que cada uno posee de
la divinidad, y en los casos en que algún individuo se considera liberado de
ligaciones religiosas, suele atribuírsela a la inspiración de las musas como
entes que sin ser semejantes a los dioses se encuentran a medio camino entre
la omnipotencia insoslayable y la grosería, que viene de grosor, de las
criaturas hechas de materia perceptibles a los sentidos de cuanto se mueve
sobre la corteza de la tierra. Es como si nos empeñásemos en buscar la
explicación más complicada a un problema que tal vez lo tenga dentro de
nuestro propio ámbito tridimensional y que con mucha probabilidad se
encuentre en los límites mismos de la constitución fisiológica de nuestro
cuerpo, y no tanto porque pongamos en duda, este no es el sitio ni el
momento, la existencia de un creador superior único ni siquiera el de las
musas de lindas trenzas, como diría Homero en sus insignes obras, sino
porque con independencia de este principio existencial, es muy posible que
la relevancia de las inquietudes creativas de quienes interactúan bajo la
bóveda de los cielos no alcance méritos suficientes a sus ojos para avenirse
a influir en sus engendros, que viene de engendrar, como Dios y las musas
mandan. Son infinitos los casos de autores que han sentido la necesidad de
exteriorizar su capacidad creativa después de sufrir una experiencia fuerte
en su vida, como un accidente grave, la pérdida de un ser querido o el
contacto personal con fenómenos impactantes. Sabemos que Edgar Allan Poe
escribió una buena parte de su magnífica obra en estado de embriaguez, que
Beetoven subrió el deterioro de su salud a causa del plomo que se agregaba
entonces al vino para mejorar su sabor, que El Greco, posiblemente fumara
jachís cuando se sentía más inspirado. Camilo José Cela cuenta que terminó
La familia de Pascual Duarte estando enfermo con casi cuarenta grados de
temperatura, creyendo que iba a morirse, con la intención doméstica de
dejarle acabado el libro a su mujer para que pudiera vivir publicándolo. De
Valle Inclán suele decirse que en alguna etapa de su vida escribía tumbado
en la cama porque no podía levantarse de debilidad a causa del hambre.
José Mas, de quien hemos puesto recientemente un interesantísimo artículo
sobre José Luis Sampedro, afirma que debe parte de su producción poética a
las arritmias cardíacas que le llevaron al quirófano hace unos años.
Podríamos decir, esto es cosecha mía, que Gabriel García Márquez debe El
coronel no tiene quien le escriba a un episodio gástrico agudo personal de
diarréicas consecuencias.
Si admitiéramos la mano directa de la divinidad en la creatividad humana,
no nos queda más remedio que aceptarlo también en los casos que citamos, y
no estamos seguros de que incluso los mas creyentes en todos los casos
estuviesen de acuerdo.