sábado, 24 de noviembre de 2012

Microrrelato: remanso

Remanso

 

 

            Aquella mañana la empresa despidió a dos inmigrantes ilegales y nadie entendió que defenderles alejaría el riesgo de irnos todos al paro.

Al pasar por la calle Del Sol reconcomiéndome camino de casa entré a tomar un vaso en el sitio de siempre y me ha envuelto una canción de Jacques Brel acompañada de guitarra.

El vino desprende su profundidad rodándolo por la boca y al bajar acaricia generoso mi garganta.

Detrás del mostrador un mural representa el legado de François Villon, y una paloma echa a volar llevándome en sus alas.

Desde el fondo del local viene a ratos el ladrido de un perro noble, recordándome que hace años tenía dos podencos y recorríamos juntos el monte hasta la puesta del sol.

Presto atención y oigo "Ne me quitte pas" enarbolado como una pancarta. 

Pido otro vino. El que canta derrotado es uno de los despedidos esta mañana.

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jueves, 22 de noviembre de 2012

Nuestro taller de lectura comenta Ensayo sobre la ceguera.

Alguno de los asistentes lo ha leído varias veces en un mes y manifiesta
su admiración hacia Saramago como un hombre sabio. En términos generales
muchos consideran que el enfoque desnombrado de los personajes dificulta la
comprensión y su identificación individualizada a lo largo de la novela.
Es una gran parábola sobre la empatía humana, provocándose el caos social
principalmente por la actitud de los responsables al no involucrarse con el
problema y decidir aislarlo como si afectase sólo a los marginados. Es un
libro plagado de episodios intensos que hacen reflexionar y releer párrafos
enteros.
La alegoría de la ceguera es un instrumento para crear el clima
desconcertante de la trama, y el autor lo utiliza para profundizar en el
egoísmo de la sociedad, que no quiere ver más allá de las circunstancias que
forman la vida de cada individuo. Prueba de ello es que Saramago distingue
entre los afectados por la epidemia producida y los ciegos que ya lo eran
antes y han aprendido a aprovechar otras facultades, incluido el
conocimiento del alfabeto braille. La ceguera es un puro simbolismo de la
ceguedad de los hombres.
El autor en realidad nos habla de lo que está pasando ahora mismo en el
mundo: del egoísmo, de la insolidaridad y la falta de justicia social. Sólo
se libran la mujer del médico y el perro de las lágrimas, mientras que el
grupo de ciegos violentos representa la parte más abyecta del ser humano.
El final a juicio de algunos crea cierta inquietud, al terminar con una
frase ambigua que podría tener lecturas divergentes. Nos detenemos unos
minutos comentando el fenómeno de la ceguera blanca de los personajes, que
no corresponde al hecho de la falta de vista sino que probablemente se deba
a alguna intención del autor no escrita. Sabemos que los ciegos de
nacimiento no disponen de nociones visuales contrastables, y los que lo son
más tarde dejan de percibirla conservando la memoria visual.
Reservamos los últimos minutos a tratar rasgos singulares que resaltan a
lo largo de la obra.
Así, la mujer del médico para algunos simboliza la esperanza, mientras que
para otros representa el hilo conductor, una herramienta o recurso literario
sin el que prácticamente resultaría imposible el recorrido de la trama. La
excepcionalidad de una sola persona vidente trata de resaltar la
responsabilidad de los mejor dotados respecto a los más desfavorecidos de la
sociedad, en este caso los ciegos. Pero, ¿por qué precisamente la mujer del
oftalmólogo? Para algunos cierta lógica nos llevaría a pensar que le
correspondería a la mujer del primer ciego ser quien se librase del
contagio. El niño con estrabismo desempeña el papel del miembro de la
sociedad que necesita protección de los demás y despierta el amor maternal y
la ternura.
Ensayo sobre la ceguera es una declaración en favor de los derechos
humanos y la solidaridad social. Sólo si no nos conformamos con nuestras
limitaciones, si sabemos organizarnos y defender nuestra dignidad,
conseguiremos salvarnos como seres humanos encumbrándonos por encima de las
mezquindades humanas y alcanzando nuevos estadios de libertad.

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domingo, 18 de noviembre de 2012

Lo que esconde tu nombre y entra en mi vida

En el año 2000 Clara Sánchez ganó el Premio Alfaguara, uno de los más prestigiosos de España, y representó la primera noticia que algunos tuvimos de la escritora. El título del libro era Sin noticias del paraíso. Antes había publicado otras novelas con menos éxito de popularidad, pero a partir de ese punto supo mantener vivo el interés de sus lectores incondicionales.

  Siguió publicando en los siguientes años al mismo tiempo que continuaba con su actividad profesional como profesora universitaria y experta en cine. En el año 2010 obtuvo el Premio Nadal con su novela Lo que esconde tu nombre, y definitivamente encumbró a Clara Sánchez a las máximas alturas del mundo literario español de principios del siglo XXI. Los periódicos, las revistas especializadas, las emisoras de radio, los canales de televisión más importantes. Durante el primer semestre del 2010 intervenía en todos los programas, participaba en todas las entrevistas, todos los foros literarios. Su voz era agradable y su conversación muy amena. Lo que esconde tu nombre hablaba de los grupos de nazis que vivían entre nosotros adoptando personalidades de conveniencias. Una joven y un anciano cazanazis les detectaba en una población de vacaciones de la costa mediterránea. La autora transmitía casi apasionamiento, a la vez que animaba a la reflexión acerca de la verdadera personalidad de tantos seres anónimos de apariencia inocente con los que podemos cruzarnos cada día ignorando el riesgo que representan.

  Decidí no leerlo entonces entre otras cosas porque la diáspora alemana nunca me ha atraído especialmente, pero cuando al año siguiente encontré en el catálogo de novedades bibliográficas su nueva obra, Entra en mi vida, sobre las redes dedicadas a la venta de bebés, un impulso imprevisto me hizo alterar el orden de mis lecturas pendientes situando en primer término Lo que esconde tu nombre y Entra en mi vida. He leído, pues, los dos seguidos, uno detrás del otro, dejando entre ellos un tiempo para asomarme a lo que están haciendo otras escritoras jóvenes, de quienes hablaremos en otro momento.

 
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miércoles, 14 de noviembre de 2012

Antes de empezar a escribir una novela

Empezar a escribir nuestra primera novela nos resultará más fácil si utilizamos como punto de referencia un relato tradicional conocido por todos y le sometemos a todas las transformaciones que consideremos conveniente hasta convertirle en una obra nueva difícilmente relacionada con la que hemos empleado de modelo.

El cuento que manejaremos con esta finalidad, por su esquematismo y su popularidad universal será Caperucita roja en la versión de Charles Perrault, por lo que dedicaremos durante los próximos días parte de nuestro tiempo libre a analizarlo y conocerlo en sus más mínimos aspectos antes de fijar a partir de él la estructura de nuestra obra.

No obstante, con el fin de conseguir mayor complejidad en la trama y permitirnos una mayor diversidad en los temas que podemos abordar sin desmarcarnos demasiado del original, emplearemos también el cuento titulado Las Hadas, del mismo autor, fundiendo personajes episodios y aportes culturales de manera que la interrelación del conjunto de los dos relatos constituya el argumento de nuestra novela.


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domingo, 4 de noviembre de 2012

el primer párrafo de una novela

La forma de iniciar una novela es tan importante que de ello depende la decisión de leerla del nuevo lector, y muchas personas manifiestan que con frecuencia abandonan la lectura de una obra cuando ya desde las primeras páginas deja de interesarles.

Sin embargo, no hay fórmulas mágicas que aconsejen empezar a escribir una novela de un modo o de otro. Puede hacerse, al estilo de la Biblia, comenzando desde los orígenes de la historia que queremos contar o, por el contrario, resumir de forma subyugante los acontecimientos que provocaron los hechos que nos proponemos relatar.

La primera forma transmite un orden más natural, pero la segunda suele dar mejores resultados si conseguimos despertar en el lector la curiosidad por las circunstancias que pudieron ocasionar el desenlace expuesto. Este último procedimiento es el que utiliza, por ejemplo, García Márquez en Crónica de una muerte anunciada, obra en la que incluso el título nos adelanta el episodio que se cuenta en la novela y, sin embargo, atrapa nuestra atención llevados por el interés de descubrir el desarrollo de las circunstancias que produjeron la muerte del protagonista a que se refiere el autor ya en el primer párrafo de la obra. Pero este mismo escritor emplea el método de empezar la narración desde el principio de la historia en Cien años de soledad, lo que probaría que cualquiera de las dos formas es igualmente válida y cada una de ellas puede alcanzar una fuerza irresistible en manos de un novelista que maneja la técnica narrativa con maestría admirable.

En muchos casos la narración se plantea a partir de una situación intermedia del argumento y se despliega avanzando y retrocediendo al arbitrio azaroso de los hechos concretos y la incorporación controlada de episodios anteriores en el tiempo relacionados de algún modo con lo que en ese momento se cuenta, por lo que tampoco sería descabellado que el primer párrafo haga referencia a algún acontecimiento singular producido en el transcurso del conjunto de la trama con el fin de atraer la atención del lector.

Al margen del método a emplear como arranque de nuestra obra, lo que es cierto en la mayor parte de los casos es que casi nunca resulta ser el primer párrafo de la novela lo primero que escribimos cuando nos ponemos a escribirla. Hay escritores, incluso, que al terminar la obra reescriben no sólo el primer párrafo sino hasta todo el primer capítulo para mejorar su relación con los siguientes.

Por esta razón no debemos sentirnos comprometidos en exceso en el momento de empezar escribir hasta el punto que nos dificulte poner en marcha la idea que tengamos. Es preferible empezar la tarea con la aptitud de quien escribe algo provisional y dejar para más adelante la decisión de conservar o no como primer párrafo lo primero que escribimos.

Lo fundamental es, pues, ponerse en marcha. Y a eso nos disponemos.


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