sábado, 27 de octubre de 2012

La tentación de reinterpretar al autor de una novela

Muchas veces, cuando leemos una novela tendemos inconscientemente a reinterpretar la voluntad del autor al escribirla, y nos cuesta un esfuerzo admitir que quien la escribió sólo quería decir lo que dejó escrito.

Es muy posible que estaactitud la hayamos adoptado desde pequeños, cuando nos decían que al leer La Biblia Dios quería decirnos cosas distintas de las palabras que leíamos, como en el caso de la manzana de Eva, que era un símbolo del pecado de todos los hombres, o la paternidad de José, que no había que entender que fuese el padre de Cristo aunque a todos nos lo pareciera.

 

      La lectura de Ensayo sobre la ceguera nos impacta desde la primera página, cuando el primer afectado pierde la vista de súbito ante un semáforo rojo que cambia de color mientras sus ojos se quedan ciegos insólitamente.

  A partir de este hecho crucial el lector se siente inmerso en una vorágine imparable en la que al género humano se le va retirando la facultad de percibir su entorno mas allá del oído, del tacto, del gusto y del olfato. De inmediato nos surge por dentro la idea de que tal vez José Saramago encripta un mensaje detrás de la alegoría, valiéndose de un fenómeno desconcertante para transmitirnos un principio filosófico que debemos desvelar por nosotros mismos. ?Es un evangelio profano? ?Es una historia de la humanidad contada por alguien con la valentía para hacerlo sin condicionantes? ¿Es una fantasía íntima ante la probabilidad de una pérdida irreparable frustrante?

 

      Dios creó el des mundo y proveyó a sus criaturas de todo lo necesario. Las huestes del mal sembraron la violencia insensata y soberbia. Los espíritus custodios también eran sensibles a la influencia nefasta. El descenso a los infiernos es fin y principio de todo, y no se nos ha dado nada peor que caer al fondo y que no exista la esperanza. En un gallinero de coles, gallinas y conejos permanecía la última semilla de la caja de Pandora.

      El contrapunto durante toda la obra es la mujer del médico transformada en la excepcionalidad que esquiva la norma. Conductora, auxiliadora, protectora, proveedora, salvadora, redentora.

  Es posible que Saramago se sirviera de este personaje para hacer viable el currículum de la trama, de otro modo insostenible. Podría ser que a través de ella nos comparta el autor su ideario de justicia social. No descartaremos tampoco que sea un foco de distracción de los verdaderos protagonistas, como pueden ser la chica de las gafas y el viejo de la benda, que permanecen siempre en un segundo plano visible y alcanzan su máximo esplendor en las últimas páginas.

      Inútil nuestro esfuerzo intentando consciente o inconscientemente reinterpretar la voluntad del autor al escribirla. Debemos de admitir que quien la escribió quería decir, solamente, nada menos que lo que dejó escrito. Que no es poco.

 
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