viernes, 24 de febrero de 2012

Una novela río

 

José Luis Sampedro se refiere a esta novela, El río que nos lleva, describiéndola como novela río, en el sentido en que se va desarrollando el argumento con la aparición fluida de nuevos personajes que dejan paso a los que ocupan su lugar para ser protagonistas sucesivos a medida que el discurrir de la trama les va poniendo en contacto con nuevos mundos y nuevas experiencias.   El libro, según lo que sabemos, empezó a hacerse en 1952 y tardaría nueve largos años en escribirse, lo que explica claramente la evolución que podemos observar en la psicología de algunos de los principales personajes, como El Americano o El Inglés, por poner sólo dos ejemplos.  El autor sitúa temporalmente la obra en los años que siguen a la finalización de la Segunda Guerra Mundial, con numerosas alusiones a sus consecuencias catastróficas, resaltando las tragedias humanas de la población más deprimida. Principalmente se refleja en la vida de los pueblos ribereños y en sus gentes, sojuzgados por la represión generalizada tras la guerra civil española con la omnipresencia de la Guardia Civil y la influencia de los curas de los pueblos y los caciques que imponían su autoridad.   Estamos, pues, ante una obra diseñada en sentido longitudinal, creada a partir de una tira de papel vegetal de unos quince centímetros de ancho y ocho metros de largo, sobre la que podemos ir reproduciendo capítulo a capítulo los escenarios que van constituyendo la novela y la transformación que experimentan los personajes a medida que van extendiéndose a lo largo del curso del río y los avatares que le salen al encuentro.   Una cuadrilla de gancheros conduce una partida de árboles talados en la serranía de Cuenca aprovechando la fuerza motriz de la corriente del Tajo hasta llegar a Aranjuez como fin del recorrido, pero mucho más que la peripecia concreta, El río que nos lleva es el símbolo de nuestra vida, que transcurre conforme a los hechos cotidianos que la conforman. El río que nos lleva es, en definitiva, el río de nuestras propias vidas, que en la obra termina en el paraíso idealizado por José Luis Sampedro en la ciudad de Aranjuez, pero que hubiera podido extenderse hasta Lisboa, completando la figura poética trazada por Jorge Manrique en las memorables coplas de resonancias trascendentales, donde nos recuerda que nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar.
 Si el personaje de Sannon puede ser el alter ego de José Luis Sampedro, es posible que nuestro propio alter ego sean cada uno de los maderos que viven río abajo, se refrenan en las piedras y las presas, se tropiezan en las peñas de las orillas, se remansan y se desenfrenan. es posible que nosotros seamos los maderos que contemplamos entarimando la superficie del agua, y en ese caso es posible que los gancheros sean, con sus palos largos, sus ganchos y su oficio un símbolo mágico cuyo significado se nos revela en la fuerza inquebrantable de la dignidad del Homnbre, que llega en el último episodio a sus últimas consecuencias.

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