A José Luis Sampedro le queremos mucho en nuestro taller de lectura
desde que allá hacia el año 2000 leímos La sonrisa etrusca y quedamos
cautivados por su ternura y la maestría enn las relaciones
intergeneracionales de un abuelo y un nieto de poquísimos meses.
A finales del año 2011, cuando le concedieron el Premio Nacional de
las Letras, pensamos que el mejor reconocimiento que podíamos hacerle era
volver a seleccionar una de sus obras. Y cuál mejor que El río que nos
lleva, que no le va a la zaga al anterior en valores literarios y, más
esencial, en valores humanos, de esos que sampedro sabe modelar apretándolos
en una frase, en una imagen que, al leerla, sabemos que ha salido de su
pluma, del torrente caudaloso de su savia.
Si hablásemos con él nos contaría que la idea la tuvo
larvada dentro veinte años, desde que le impactó la imagen de los gancheros
bajando troncos por el tajo cuando él iba a bañarse en bicicleta teniendo
trece años hasta que decidió convertirla en novela a principios de los años
cincuenta y publicarla en 1961 tras nueve largos años escribiéndola.
El río que nos lleva es fundamentalmente un canto a la
dignidad humana. Una cuadrilla de gancheros comprometidos en el proyecto
común de conducir un rebaño de árboles cortados en la serranía de cuenca
hasta llegar a las huertas de Aranjuez.
Pero es mucho más que eso. La incorporación a la cuadrilla de
hombres de una mujer de pasado desconocido, la llegada de un irlandés que
viene huyendo de la guerra mundial, las experiencias vividas en cada uno de
los pueblos ribereños a los que van llegando como si fuesen experiencias de
la vida de cada uno de los componentes de la cuadrilla.
Este mes de febrero, pues, leemos el río que nos lleva, de José Luis
Sampedro. a partir de ahora mismo podemos empezar a aportar nuestros
comentarios.
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