domingo, 27 de noviembre de 2022

Una tradución nueva de Las Metaforfosis, de Ovidio

Stephanie McCarter explica que, en su nueva traducción del poema, “Metamorfosis.”, de Ovidio,  intentó tratar la violación y la violencia sexual tal como lo hace el propio Ovidio, sin eufemismos.

Stephanie McCarter.

 

Las historias de violación ocupan un lugar incómodo en el canon literario, y ninguna obra canónica incluye más relatos de este tipo que las Metamorfosis

de Ovidio. Apolo, atravesado por la flecha de Cupido, persigue a la ninfa Dafne, que se convierte en árbol para escapar de él. Júpiter, rey de los dioses,

ataca violentamente a Ío, a la que convierte en vaca. La ninfa Calisto sufre violencia sexual a manos de Júpiter, y luego violencia física a manos de Juno,

su reina, que la convierte en un oso. En la epopeya aparecen casi cincuenta actos de violación o intento de violación, y muchos de ellos han inspirado

a su vez importantes obras de arte y literatura, tales como Apolo y Dafne de Bernini, El rapto de Europa de Tiziano y Tito Andrónico de Shakespeare.

Por muy familiares que sean, estas historias suponen un reto para los traductores: ¿Cómo traducir al inglés actos que a menudo son grotescamente violentos

en el latín original de Ovidio? Durante décadas, muchos se han limitado a eludir la cuestión, ocultando las violaciones con eufemismos románticos o incluso

sugiriendo, mediante sutiles giros de la frase, que las mujeres de los cuentos de Ovidio consentían la agresión. Como clasicista, uno de mis principales

objetivos cuando me dispuse a preparar mi propia traducción del poema épico de Ovidio fue la representación clara y precisa de estas escenas de violación.

Pensé que era fundamental tratar la violencia sexual en las Metamorfosis con la misma franqueza que lo hace el propio Ovidio.

Estas cuestiones eran fundamentales para mí, en parte porque enseño regularmente las Metamorfosis, y la presencia de la violencia sexual en ellas ha hecho

que su lugar en las aulas sea tenso. En 2015, un artículo de opinión redactado por estudiantes de la Universidad de Columbia se hizo viral por su crítica

a un profesor que se centraba en “la belleza del lenguaje y el esplendor de las imágenes de la epopeya sin abordar adecuadamente la presencia de la violación.

El artículo inició un extenso debate sobre las “advertencias de activación” que dio lugar a una serie de artículos de opinión, algunos de los cuales simpatizaban

con las preocupaciones de los estudiantes y otros denigraban a los estudiantes como “copos de nieve” que no podían manejar los aspectos difíciles de la

gran literatura.

Me pareció que había un malentendido fundamental en el centro de este debate. Los estudiantes de Columbia no trataban de censurar el material relacionado

con la violación, sino que simplemente pedían que esa violencia se enmarcara y examinara como tal. Lo que les preocupaba era la estetización desconsiderada,

la premisa implícita de que se trataba de una obra de belleza intachable que sólo podía elevar sin hacer nunca daño. Y esto es cierto más allá de Columbia.

La idea de que los estudiantes excesivamente sensibles buscan en masa la censura de este material va en contra de mis dos décadas de enseñanza en las aulas

universitarias. Nunca he tenido un estudiante que se oponga a la discusión franca de la violación en el texto. En todo caso, los estudiantes contemporáneos

están mucho más preparados para discutir este difícil aspecto de la literatura que muchos de mi propia generación. Lo que no están preparados es para aceptarlo

acríticamente.

Los lectores necesitan ediciones de la epopeya que faciliten ese análisis. Cabe destacar que el papel del traductor en la comunicación de la violación

no se examinó en el debate más amplio sobre la advertencia de activación que siguió al artículo de opinión de Columbia, a pesar de que la mayoría de los

que leen el texto de Ovidio lo hacen traducido. Era el inglés de David Raeburn de principios del siglo XXI, no el latín de Ovidio, lo que leían los estudiantes

de Columbia. Las traducciones que eufemizan la violación corren el riesgo de dar a los lectores la impresión de que Ovidio era inequívocamente frívolo

con la violencia sexual, cuando en realidad subraya el trauma psicológico y físico que produce.

En el caso de Apolo y Dafne, uno de los cuentos citados por los estudiantes de Columbia, Raeburn añade detalles que simplemente no están presentes en el

latín de Ovidio y que amplían el poder de la mirada masculina. Cuando Apolo recorre con sus ojos el cuerpo de Dafne, por ejemplo, Ovidio nos dice simplemente

que mira sus labios, dedos y brazos, pero Raeburn va más allá. En su interpretación, los labios de Dafne son tentadores, sus dedos delicados y sus brazos

bien formados. Cuando la dura corteza sube por el suave torso de Dafne, mollia praecordia, Raeburn hace que rodee su suave pecho blanco. La acumulación

de estas alteraciones distorsiona la presentación que hace Ovidio del cuerpo de Dafne, atrayendo a los lectores al papel de voyeur y haciendo que parezca

que el narrador se deleita en su objetivación de formas que el latín no justifica. En Raeburn, es como si su cuerpo simplemente invitara al asalto de Apolo.

Al traducir las escenas de violación de Ovidio, tuve cuidado de utilizar palabras inglesas que reflejaran su propio lenguaje de la violencia, que vincula

la violación con el tema más amplio de la epopeya del poder abusivo. La palabra latina más común que utiliza Ovidio para referirse a la violación es vis

‘fuerza’. Se trata de un término legal para designar la violación en Roma, aunque también se aplicaba a otros actos violentos, como la insurrección armada

o el uso de armas dentro de los límites de la ciudad, actos que socavaban las expectativas de seguridad y autonomía corporal del ciudadano romano. Los

castigos por la violación de vis iban desde las represalias personales hasta la pérdida de la ciudadanía e incluso la muerte. Si juzgamos las violaciones

de la epopeya según los estándares de los romanos, son crímenes atroces.

Cuando la vis aparece en la epopeya, ya sea en el contexto de la violación o no, utilizo sistemáticamente la palabra fuerza para que los lectores puedan

relacionar los distintos tipos de violencia. Ovidio empareja con frecuencia la palabra vis con la palabra pati, ‘sufrir’, que puede denotar ser la pareja

penetrada en un acto sexual. La frase vim pati ‘sufrir la fuerza’ se convierte en Ovidio en un término casi técnico para referirse a la violación, como

en la violación de Dryope por parte de Apolo, que yo traduzco, con la franqueza propia de Ovidio, como que ‘había sufrido / una violación por la fuerza’.

En Ovidio, un agresor también puede ‘ejercer la fuerza’ contra otro, como cuando utiliza la frase vim tulit para describir la violación del dios del río

Cefiso a Liriope o cuando Leucothoe acusa al dios del sol de violarla.

Aunque los traductores utilizan ocasionalmente la palabra violación, son muy incoherentes, y con más frecuencia diluyen el lenguaje de fuerza de Ovidio,

convirtiendo vis en “cortejo ardiente o “avances” o simplemente desapareciendo por completo. En Stanley Lombardo (2010), por ejemplo, Dryope “perdió su

virginidad” con Apolo. En Allen Mandelbaum (1993), Cefiso “se salió con la suya” con Liriope. Y en Horace Gregory (1958), Leucothoe dice que el dios del

sol la “deslumbró”.

A veces es necesario desviarse ligeramente de la estricta fidelidad a la verborrea exacta de Ovidio para captar lo que las palabras del poeta habrían significado

para su público original. El otro término latino principal de Ovidio para denotar la violencia sexual es rapio, del que deriva el vocablo inglés rape.

Aunque el significado principal de rapio es ‘arrebatar’ o ‘robar’, Ovidio lo utiliza repetidamente en los relatos de agresión sexual. La muchacha Mestra,

por ejemplo, identifica al dios Neptuno como su violador diciendo que posee la raptae praemia virginitatis, “el premio de su virginidad robada. En estos

pasajes, utilizo simplemente la palabra violación. En mi traducción, Mestra dice: “Tú que me violaste, robaste mi preciada virginidad”. 

La traducción más exacta no siempre es la más literal.

La violación de Io por parte de Júpiter también exige más precisión que literalidad. Ovidio utiliza aquí sólo dos palabras para narrar la violación: rapuit

pudorem, literalmente “le robó la castidad, que yo traduzco como “la violó, ya no es casta”. Traducir esta frase demasiado literalmente embota su violencia,

haciéndola sonar anticuada o eufemística cuando el lenguaje de Ovidio no es ninguna de las dos cosas. Más adelante, Procne utiliza una frase similar cuando

amenaza con castrar a Tereo, el violador de su hermana, cortándole el órgano que le “robó” la “castidad”. La violencia de ese robo se corresponde con la

violencia de su amenaza.

Los traductores, por supuesto, han encontrado formas de oscurecer y diluir ese lenguaje. En la traducción de Charles Martin de 2004, por ejemplo, Júpiter

se limita a “deshonrar” a Ío, un acto que no deja claro el delito concreto. Más allá del eufemismo, Gregory reescribe la escena como consentida en su traducción.

En lugar de “robar la castidad de Ío, su Júpiter “superó sus escrúpulos”, una frase que sugiere seducción en lugar de violación. En su versión de 1986,

A.D. Melville utiliza el eufemismo “violar”, una palabra que los traductores emplean repetidamente en las escenas de violación de Ovidio. Como explica

el Oxford English Dictionary, se trata en inglés de un término arcaico para referirse a la violación que implica más comúnmente “deleite extático” o “placer

sensual. Aparece con frecuencia en los títulos de las novelas románticas.

Incluso las historias más horribles de vis han sido eufemizadas en la traducción. En un episodio especialmente brutal, tanto Apolo como Mercurio violan

a una niña de 14 años llamada Chione. Mercurio la hace dormir con su varita y luego la viola. En mi traducción: “Inconsciente por su poderoso toque, sufre

/ la violación forzada del dios”. Otros traductores ocultan la violación o dan a Chione la capacidad de actuar de la que carece. En la versión de Mandelbaum,

ella “se somete / en el sueño profundo, a su violencia divina”. No está claro cómo puede Chione “someterse” a la violencia en su sueño. La traducción de

Rolfe Humphries de 1955 reformula la vis de Mercurio como “poder: “Bajo su toque ella se acostó, y sintió su poder”. En este caso, la muchacha parece estar

intimidada hasta la sumisión, en lugar de someterse a la voluntad de Mercurio por la fuerza.

Si queremos que los lectores consideren la brutalidad presente en la gran literatura, debemos darles las herramientas para hacerlo. Y con un escritor como

Ovidio, un texto bien traducido es la primera de esas herramientas. Podría decirse que Ovidio es el poeta canónico de la violencia sexual, y como tal ofrece

un rico espacio para considerar cómo pensamos, hablamos y escribimos sobre ese trauma. Tenemos que utilizar y normalizar las palabras “violación” y “fuerza”.

Cuando los traductores se niegan a retroceder ante ese lenguaje, pueden tratar la violencia sexual como violencia, permitiendo a los lectores decir su

nombre, escudriñarla, reflexionar sobre su funcionamiento y reconocer cómo sigue transformando a demasiados de nosotros.

jueves, 27 de octubre de 2022

Piedras para recordar la barbarie: ocho adoquines en Madrid recuerdan a republicanos españoles deportados a campos nazis

MEMORIA HISTÓRICA

Familiares y personas comprometidas con la memoria histórica colocan en la capital ocho ‘stolpersteine’, las placas que vienen instalándose por toda Europa en recuerdo de las víctimas de Hitler

Cuatro 'Stolpersteine' colocadas el pasado viernes 14 de octubre en Madrid.

NORA G. FORNÉS

Madrid - 25 OCT 2022 - 05:30 CEST

 

Estas son las historias de ocho hombres que, de algún modo, han regresado a sus casas. Han vuelto en forma de adoquines dorados que han sido colocados recientemente en diversas calles de Madrid. Ocho placas cúbicas en las que hay inscritos un nombre y una biografía escueta, de estilo telegráfico. Son las llamadas stolpersteine, palabra que significa literalmente “piedras que hacen tropezar” en alemán. Fueron ideadas por el artista berlinés Gunter Demnig en 1992, que decidió plantar baldosas para recordar a las víctimas del nazismo en el último lugar donde estuvieron instaladas antes de ser deportadas a campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial. Las primeras se inauguraron en Austria, pero poco a poco han ido traspasando las fronteras hasta brotar por toda Europa, y rozan ya las 100.000.

MÁS INFORMACIÓN

Tropezar con la memoria

Jesús Rodríguez e Isabel Martínez se han encargado desde 2019 de organizar la instalación de las stolpersteine en Madrid, además de contactar con los parientes de las víctimas tras un largo proceso de investigación. Acompañados de un séquito de familiares de los deportados y de apasionados que reivindican la importancia de la memoria histórica, el viernes 14 de octubre colocaron ocho en homenaje a ocho españoles del bando republicano que se exiliaron a Francia al final de la Guerra Civil española y que tuvieron la mala suerte de ser deportados a campos de concentración y de exterminio durante la ocupación nazi francesa del régimen de Vichy. Cinco acabaron asesinados en los campos, dos fueron liberados y a otro se le perdió la pista desde su ingreso en el campo. De momento hay 42 adoquines dorados en la capital española y el próximo viernes 28 de octubre se sumarán otros nueve.

El recorrido del viernes empezó en la Plaza de España y terminó en el Paseo de Recoletos.

SATURNINO ARROYO ALONSO (Madrid 1915-Gusen 1941)

La ruta empieza en el número 8 de la calle Duque de Osuna —lo que antes era el 58 de la calle Leganitos—, al lado de Plaza de España. Ahí vivía Saturnino Arroyo con sus dos hermanos y su padre, viudo, que era sereno. Ninguno tuvo descendencia. En el Centro Documental de la Memoria Histórica consta que fue teniente de la 68 Brigada Mixta durante la Guerra Civil, se exilió a Francia y pasó por varios campos de concentración franceses. Después fue detenido e internado en dos stalags —campos de prisioneros de guerra previos a los campos de concentración—, primero en Zagan (Polonia) y después en Trèveris (Alemania). De este último salió en 1941 para llegar a Mauthausen y posteriormente fue trasladado al subcampo de Gusen, donde fue asesinado el día de Navidad de ese mismo año.

Una mujer sostiene la 'stolpersteine' de Saturnino Arroyo antes de colocarla delante de su portal.JESÚS RODRÍGUEZ

Del edificio sale una mujer escocesa que vive allí y se para ante el grupo que rodea su portal. Comenta, entusiasta, que le parece una labor muy necesaria, y pregunta: “¿Sabéis cuál era su piso? ¿Daba al exterior?”. Pero no obtiene esas respuestas, ya que no hay familiares de Arroyo entre los participantes.

MANUEL SALVADORES VERDASCO (Madrid 1920-Hartheim 1942)

En plena Plaza de España, donde ahora hay plantado un edificio de oficinas, vivió Manuel Salvadores. Tras exiliarse a Francia al finalizar la guerra, se apuntó a una compañía de trabajadores y fue destinado a trabajar a la Línea Maginot —una línea de defensa construida por Francia a lo largo de sus fronteras del noreste—. Fue detenido en Estrasburgo y de allí salió el 11 de diciembre de 1941 con destino a Mauthausen. Un par de meses después de su llegada fue destinado a Gusen, donde permaneció un año trabajando en la cantera. El 4 de febrero de 1942 salió para el castillo de Hartheim, donde murió, gaseado, cinco días después. No había llegado a cumplir los 22 años.

La 'stolpersteine' de Manuel Salvadores y su hueco.JESÚS RODRÍGUEZ

Jesús Rodríguez e Isabel Martínez lograron hablar con dos sobrinos y una sobrina nieta de Salvadores. Entre ellos, había discrepancias de si debían o no poner la stolperstein en su memoria, ya que a algunos no les gustaba la idea de que lo fueran a pisar. De hecho, este mismo argumento fue utilizado por Charlotte Knobloch, autoridad judía de Baviera, para prohibir su instalación en las calles de Múnich y otras ciudades de la región. Sin embargo, Rodríguez prefiere verlas como micromonumentos de la vía pública que pueden sorprender a los viandantes, quienes, para leerlos, se inclinan y conceden una especie de reverencia a la persona recordada.

CÉSAR BLASCO SASERA (Madrid 1877-Dachau 1944)

César Blasco ya era mayor cuando fue detenido el 8 de diciembre de 1943 por la Gestapo en el pueblo de Vernet les Bains (Languedoc-Rosellón), junto con otros siete militares republicanos españoles que, como él, se habían exiliado a Francia tras la derrota del bando republicano. Blasco había sido coronel en el Ejército español desde 1933. Los ocho apresados fueron trasladados y detenidos en Perpignan, acusados de diferentes cargos. De ahí pasaron al campo de concentración francés de Vernet d’Ariège, cerca de Toulouse. El 30 de junio de 1944 fueron trasladados a la cárcel de Toulouse y el 2 de julio iniciaron un viaje en el “tren fantasma” que los llevó al campo de concentración de Dachau el 28 de agosto. Murió el 21 de diciembre de ese año a los 67 años.

Su stolperstein ha quedado instalada en la estrecha calle de Santa Clara, adonde acudieron sus sobrinas nietas y una sobrina bisnieta de Blasco. Sabían que su tío abuelo había muerto en un campo de concentración, pero no tenían muchos más datos. “Lo del tren nunca lo habíamos oído”, comentan. De hecho, le pidieron a Rodríguez que les enviara más información. Cuando les preguntan si ellas habían vivido en ese edificio, una contesta que no, y otra propone a sus hermanas: “Podríamos subir a investigar quién vive aquí ahora”.

VENANCIO ORTELLS MENÉNDEZ (Madrid 1909-Neuengamme 1945)

Al lado de la Puerta del Sol, Venancio Ortells vivió en lo que ahora es el Hotel Europa. Aunque no se sabe muy bien su trayectoria durante la Guerra Civil, sí que hay documentos que acreditan que en Francia estuvo internado en el campo de concentración de Argelès y, como la mayoría de sus compañeros, ingresó en alguna compañía de trabajadores extranjeros. Fue detenido por la Gestapo e internado en Compiègne, de donde fue trasladado el 15 de julio de 1944 al campo de concentración de Neuengamme, en el que fue asesinado el 15 de febrero de 1945.

En esta cuarta parada, las obras en Sol interfirieron en la colocación de esta stolperstein, ya que el hueco reservado para ella había sido recubierto por error. “La pondrán otro día”, resuelve Martínez, pragmática. Este es un caso raro en el que los familiares del deportado decidieron no implicarse en el evento, e incluso rechazaron que se les devolviera un anillo de Ortells con sus iniciales que se conserva en los archivos de Arolsen, “seguramente por evitar confrontaciones en la familia”, conjetura Rodríguez.

DOROTEO GORDO ALONSO (Madrid 1913-Buchenwald ?)

La familia de Doroteo Gordo habitó en la portería del número 9 de la Gran Vía, donde ahora se encuentra el elegante Hotel Catalonia. Apenas hay datos de su trayectoria. El 31 de diciembre de 1936 fue ascendido a teniente. Después, se conoce su detención el 20 de abril de 1943 en Francia. Por las fechas en que es detenido, Rodríguez y Martínez especulan que estaba en la Resistencia contra los nazis en el régimen de Vichy. Fue llevado a Compiège y de ahí a Buchenwald, donde llegó el 19 de enero de 1944. Se desconoce cuál pudo ser su destino, “aunque posiblemente fue asesinado”, apunta Rodríguez.

Unas turistas alemanas pasan por medio del convoy mientras el albañil municipal coloca la placa, y exclaman una frase en alemán de la cual todos los asistentes comprenden una sola palabra: stolpersteine. Alemania es el país con más micromunumentos de este tipo, y solo en 2019 contaba con 56.000, por lo que sus habitantes están habituados a verlos por las calles.

RAFAEL ACOSTA MORENO DE LA SANTA (Madrid 1916-Martignas-sur-Jalle 2000)

Durante la Guerra, Rafael Acosta fue teniente en el cuerpo de Sanidad. En el exilio pasó por el campo de concentración de Septfonds. Se alistó en la compañía de trabajadores y fue destinado a Bretevilles-sur-Laize (Normandía). Detenido en Compiègne, fue deportado al campo de concentración de Neuengamme el 21 de mayo de 1944, al que llegó el día 24. Acosta fue uno de los pocos sobrevivientes. Tras su liberación, se quedó en Francia y murió a principios de 2000 en Martignas-sur-Jalle, al lado de Burdeos.

ELEUTERIO DÍAZ-TENDERO MERCHÁN (Consuegra, Toledo 1882 - Dachau 1945)

En el transitado Paseo del Prado residió Eleuterio Díaz-Tendero, militar español republicano que luchó en la Guerra Civil. En 1934 fundó la Unión Militar Republicana Antifascista (UMRA), nacida para luchar contra la actividad de la derechista Unión Militar Española (UME), la cual ya había empezado a actuar violentamente contra destacados militares republicanos. Durante la Guerra Civil fue el encargado de realizar purgas y limpiezas de expedientes de algunos miembros del ejército republicano. En los últimos momentos de la guerra, con la caída de Cataluña, partió a Francia.

En Toulouse fue detenido en el Castillo de Colliure y un año después apresado allí por la Gestapo. Fue enviado a Dachau, donde a pesar de sufrir numerosas penalidades ingresó en el Partido Comunista clandestino e incitó a la resistencia entre sus compañeros. El 13 de febrero de 1945 acabó en uno de los hornos crematorios del campo, apenas unas semanas antes de la liberación de Dachau.

Eleuterio Díaz-Tendero Merchán.CEDIDA POR LA FAMILIA

Su nieta Jany Gandía, que acude a Madrid desde Toulouse, muestra y lee la última carta que escribió su abuelo un día antes de morir, arropada por dos primos que residen en España. Explica que la misiva llegó a manos de su abuela Remedios gracias a Vicente Parra, un compañero de Díaz-Tendero que estuvo con él en Dachau y cuya stolperstein cierra la ruta. En ella se despide de sus seres queridos con tono solemne pero sin perder la compostura.

VICENTE PARRA BORDETAS (Madrid 1886-Caracas 1967)

El recorrido se cierra en el Paseo de Recoletos 31. El médico Vicente Parra se mudó allí después del golpe de Estado de 1936. Después de cruzar los Pirineos, fue detenido en 1943 por la policía de Vichy y encarcelado en el campo de Le Vernet, sospechoso de ser agente de enlace comunista. De allí salió camino de Dachau tres días después del desembarco de Normandía, como pasajero del “tren fantasma”. En la enfermería de Dachau, Parra atendió a los prisioneros.

Vicente Parra Bordetas.CEDIDA POR LA FAMILIA

Tras la liberación de Dachau, volvió a Toulouse y se integró en la plantilla del Hospital Varsovia, un centro abierto por refugiados españoles del que llegó a ser director. Jany Gandía subraya la importancia de Parra en Toulouse: “Salvó muchas vidas allí, de gente sin papeles, o que no se podía permitir la sanidad. Se merece una estatua en el actual Hôpital Joseph Ducuing-Varsovie”. En 1948, en un entorno influido por la caza de brujas anticomunista de Estados Unidos que forzó su cese como director, el médico y su familia se marcharon a Venezuela, donde murió en 1967. Desde Caracas acudieron a la instalación de su adoquín varios familiares y su nieta Marisa, que habló mientras se disponía la placa. Con emoción en la voz, ensalzó, ante todo, “su amor por la medicina, que nunca cesó”.

sábado, 22 de octubre de 2022

Annie Ernaux, la extranjera

Annie Ernaux, la extranjera.

Lucía Campanella.

 

2022 ya venía siendo un año de consagración de la escritora francesa Annie Ernaux (Lillebonne, 1940). A comienzos de año había aparecido su última novela, Le

jeune homme. En mayo, un Cahier de L’Herne proponía una aproximación profunda y profusa a su obra. El mismo mes, el festival de Cannes, en el marco de

la Quinzaine des Réalisateurs, presentaba el documental Les années Super 8, dirigido por uno de los hijos de Ernaux y basado en las filmaciones caseras

de la familia. El título y el argumento retoman una de las novelas más reconocidas de la autora, Les années (Los años, 2008). En 2020 y 2021 otras dos

de sus novelas habían dado lugar a sendas versiones cinematográficas homónimas: Passion simple, de Danielle Arbid, y L’Événement (El acontecimiento, disponible

en HBO), de Audrey Diwan, esta última premiada con el León de Oro en la Mostra de Venezia.

Todos estos acontecimientos, en especial el cahier de la editorial L’Herne, que desde 1961 publica estos prestigiosos volúmenes enteramente dedicados a

un autor, ratificaban el lugar de Annie Ernaux en las letras francesas. Se trata de un lugar peculiar, conquistado sin pausa y sin demasiado ruido desde

su primera novela, Les armoires vides (Los armarios vacíos, 1974). En estos casi 50 años, sus libros, acotados en páginas y publicados con regularidad

cada tres o cuatro años, han dando lugar a múltiples estudios (casi 200 tesis doctorales defendidas o en preparación entre 2012 y 2022 en Francia sobre

la obra de Ernaux o sobre Ernaux en relación con otros escritores como Virginia Woolf, Pierre Michon, Marguerite Duras, WG Sebald). La escritora cuenta

con un público educado y fiel, y varios autores más jóvenes, como Didier Eribon, Nicolas Mathieu, Ivan Jablonka, Emmanuel Carrère o Édouard Louis la reconocen

como maestra.

El Nobel cayó de manera un poco inesperada, sin embargo, en medio de pronósticos que señalaban a Michel Houellebecq, a veces considerado el antónimo de

Ernaux, como favorito en el área de escritores en lengua francesa. Como es habitual, el premio encantó a los convencidos e indignó a los detractores: los

que pensaban que lo merecía más el acuchillado Salman Rushdie, los que consideran que Ernaux no es “un gran autor”, que le falta “estilo”, que habla de

temas que sólo le interesan a ella y a un puñado de lectoras preocupadas por cosas tan banales y desagradables como menstruaciones que no vienen y nudos

en el estómago mientras se prepara la cena o se hacen las compras en el supermercado. También están aquellos a quienes las posiciones políticas de Ernaux

molestan desde hace años: su militancia de izquierda, su apoyo a movimientos como los chalecos amarillos o Boicot Israel o su posicionamiento sobre las

prisiones, sin contar su apoyo a La France Insoumise, el partido de Jean-Luc Mélenchon.

El presidente Emmanuel Macron, destinatario de una carta abierta en la que Ernaux lo acusaba en 2020 de haber saqueado el sistema de salud y haber recortado

los servicios públicos, condicionando así la respuesta a la pandemia e instaurando una forma de gobierno en la que el Estado cuenta sus billetes mientras

los trabajadores cuentan sus muertos, no tuvo más remedio que dedicarle un cortés tuit de felicitaciones.

En palabras de la academia sueca, el premio es un reconocimiento a “la valentía y la agudeza clínica con la que descubre las raíces, los extrañamientos

y las restricciones colectivas de la memoria personal”. En ese cruzamiento, en la historia de sí misma que es la historia de muchos y muchas está sin duda

el interés de la obra de Ernaux. Si la academia no se encarga de poner el acento en la manera profundamente política en la que la autora logra esto, sí

se lo reconocen sus lectores y lectoras.

Gisèle Sapiro, por ejemplo, la denomina “etnógrafa de la violencia simbólica”

1

 y Typhaine Samoyault considera que su obra es una respuesta a todas las formas de dominación.

2

 Ahorrándonos tener que pasar por la manida distinción entre persona y obra, como lo señala Sapiro, Annie Ernaux firmaba, al día siguiente de haber recibido

el Nobel, un llamado a manifestarse el 16 de octubre en contra del modelo neoliberal y a favor de la adopción de medidas de protección social en vísperas

de un invierno que se anuncia como agravante de las injusticias sociales y de la condición de los más pobres. Ese domingo se la pudo ver en las calles

de París encabezando la manifestación, que reunió a 140.000 mil personas, según los organizadores (o 30.000, según la Policía).

Cercanía, extrañamiento y memoria

Los libros de Ernaux crean por un lado una permanente sensación de cercanía, en la que los lectores siguen una trayectoria vital desde un almacén-café

que sus padres, obreros devenidos pequeños comerciantes, tuvieron por décadas en un pequeño pueblo de Normandía, hacia unos estudios que poco a poco la

van alejando de ese medio, una entrada en la vida sexual a través de lo que hoy denominaríamos una violación, un aborto clandestino, un matrimonio burgués,

unos hijos, un trabajo de décadas como profesora, el enamoramiento, la enfermedad, la muerte de su padre y de su madre, la separación, la escritura.

Por otro lado, su obra parece escrita por un observador externo que da cuenta casi con extrañamiento de las transformaciones sociales que puntúan y que

dan forma a esa vida, con precisión quirúrgica. Este ir y venir entre el yo y el todos se expresa, por ejemplo, en las voces narrativas (la oscilación

entre el “nosotros” y el “ella” para hablar de sí misma, pasando por el on francés como pronombre indefinido) y en los títulos elegidos para algunos de

sus libros.

En L’Événement, que tiene por tema central su aborto, y L’Occupation (de 2002), en la que se cuenta una pasión amorosa, Ernaux retoma términos históriamente

cargados (“el acontecimiento” es la guerra de Argelia, “la ocupación” es la invasión nazi) para imponer su punto de vista y rellenar los huecos de la historia,

transformando así hechos vergonzosos y silenciados en “experiencia(s) humana(s) total(es)”, como señala Aurélie Adler en el Cahier mencionado.

Su fenomenal trabajo de memoria radica en detenerse ante las palabras y ante las cosas: la expresión de su padre en una foto que encontró en su billetera

el día de su muerte, el color de la sonda usada por la abortera, la profundidad de los carritos del súper, cada vez más capaces de contener la mercadería

triunfante, la manera que tenía su abuela campesina de orinar parada, los juegos de palabras bobos o verdes, las letras de las canciones de la radio, la

lengua de los padres y de sus compañeras de escuela. Una memoria “ilegítima, de cosas que es impensable, vergonzoso o loco formular” (Les Années), una

“memoria humillada” (La Place, El lugar, 1983) que la hace conservar detalles de sus orígenes populares. Una memoria que ella lucha por conservar en el

mundo burgués que la rodea y que “se esfuerza en hacerte olvidar del mundo de abajo como si fuera algo de mal gusto” (La Place).

Esta condición de “desertora de clase” (transfuge de classe, una noción sociológica en la que Ernaux reconoce su propia trayectoria) es lo que le permite

una mirada aguda sobre ambos espacios sociales, el de origen y el de acogida. Y es su experiencia la que la habilita a tomar la palabra, puesto que “haber

vivido una cosa, la que sea, da el derecho imprescriptible de escribirla. No hay verdad inferior” (L’Événement).

Esa verdad es, además, la de una vida de mujer, por más que Ernaux se considere “alguien” que escribe y no “una mujer” que escribe. Una vida femenina marcada

por el temor a ser considerada una puta, durante esos años de juventud pre 68 en los que nunca vio a nadie, y menos aún a las implicadas, defender la libertad

sexual de las mujeres. Marcada también por el temor al embarazo en una época previa a la píldora: “Todas las tragedias griegas y racinianas están en mi

vientre. El destino en toda su absurdidad”, dirá en La femme gelée (La mujer helada, 1981).

Marcada, finalmente, por los roles de madre y esposa que no dudó en asumir pero que la hacen reflexionar sobre la cuestión de la libertad mientras pela

papas y baña bebés. En esos relatos de corpiños que se prestan, de electrodomésticos que se desean, de alimentos que se compran, de encuentros con hombres

que dejan más dudas que placeres y de agujas de tejer que se usan para fines menos hacendosos, está sin duda parte de lo que molesta a los defensores de

la Literatura escrita con mayúscula y en masculino. Ernaux lo tiene muy claro, y tiene claro de qué lado quiere estar: “Y si no voy hasta el final del

relato de esta experiencia, contribuyo a oscurecer la realidad de las mujeres y me pongo del lado de la dominación masculina del mundo” (L’Événement).

La lengua del enemigo

La lengua en la que escribe Ernaux, una lengua pretendidamente “llana”, que no rehúye las palabras ordinarias ni los coloquialismos, pero que es también

“la lengua del enemigo” (lo dice en L’Écriture comme un couteau, entrevistas con Frédéric-Yves Jeannet, de 2003), hace sin duda difícil el trabajo de la

traducción. Por estas costas llegaron de manera inconstante las traducciones al español publicadas por Tusquets en décadas pasadas; las más recientes,

de la editorial independiente madrileña Cabaret Voltaire, no tienen distribuidor en Uruguay.

La obra de Ernaux ha estado entonces reservada a quien podía leerla en francés o a lectores particularmente atentos. Una honrosa excepción es la del libro

publicado en Argentina por Milena París en 2017, que reúne dos de sus obras, Journal du dehors (Diario del afuera, 1993) y La Vie extérieure (La vida exterior,

2000), en traducción de Sol Gil, y que se agotó en las librerías montevideanas la mañana misma del jueves en que se dio la noticia del premio. Gracias

a la euforia editorial que desencadena el Nobel (Gallimard, la editorial de Ernaux en Francia, acaba de anunciar la reimpresión de 900.000 ejemplares de

sus libros), es de esperarse que pronto tengamos a disposición más libros de Ernaux en plaza.

Y eso es algo para celebrar porque, como dice Nicolas Mathieu, los libros de Ernaux, como los grandes libros, ya sea para muchos como para unos happy few dan

cuerpo a sensaciones mudas, a pensamientos aún no formulados, a experiencias de las que uno se creía el poseedor monstruoso y aislado. El Nobel puede tener

como única pero consistente virtud la de acercar la obra de Ernaux a los lectores de este lado del mundo.

domingo, 24 de julio de 2022

Cómo afronta nuestro cerebro el hecho de hablar más de un idioma

 

Cómo afronta nuestro cerebro el hecho de hablar más de un idioma

Autor: Nicole Chang.

 

 

Hablar una segunda o incluso una tercera lengua puede aportar ventajas evidentes, pero a veces las palabras, la gramática e incluso los acentos pueden

confundirse. Esto puede revelar cosas sorprendentes sobre el funcionamiento de nuestro cerebro.

La investigación sobre cómo las personas multilingües hacen malabares con más de un idioma en sus mentes es compleja y a veces contraintuitiva. Resulta

que cuando una persona multilingüe quiere hablar, las lenguas que conoce pueden estar activas al mismo tiempo, aunque sólo se utilice una. Estas lenguas

pueden interferir entre sí, por ejemplo, entrando en la conversación justo cuando no se espera. Y las interferencias pueden manifestarse no sólo en los

deslices de vocabulario, sino incluso a nivel de gramática o acento.

“Por las investigaciones sabemos que, como bilingüe o multilingüe, siempre que hablas, se activan las dos lenguas o todas las que conoces”, explica Mathieu

Declerck, investigador principal de la Universidad Libre de Bruselas. “Por ejemplo, cuando quieres decir 'dog' como bilingüe francés-inglés, no sólo se

activa 'dog', sino también su equivalente de traducción, por lo que también se activa 'chien'“.

Concepto de inhibición

Por lo tanto, el hablante necesita tener algún tipo de proceso de control del lenguaje. Si se piensa en ello, la capacidad de los hablantes bilingües y

multilingües para separar las lenguas que han aprendido es notable. La forma en que lo hacen se explica comúnmente a través del concepto de inhibición:

una supresión de las lenguas no relevantes.

Cuando se pide a un voluntario bilingüe que nombre un color que aparece en una pantalla en un idioma y luego el siguiente en su otra lengua, es posible

medir los picos de actividad eléctrica en las partes del cerebro que se encargan del lenguaje y la atención.

Sin embargo, cuando este sistema de control falla, pueden producirse intrusiones y lapsus. Por ejemplo, una inhibición insuficiente de una lengua puede

hacer que esta “aparezca” y se entrometa cuando se debería estar hablando en otra distinta.

Tamar Gollan, profesora de psiquiatría de la Universidad de California en San Diego, lleva años estudiando el control del lenguaje en los bilingües. Sus

investigaciones han llevado a menudo a conclusiones contrarias a la intuición.”Creo que una de las cosas más singulares que hemos visto en los bilingües

cuando mezclan idiomas es que a veces parece que inhiben tanto la lengua dominante, que acaban hablando más lentos en ciertos contextos”, indica el experto.En

otras palabras, la lengua dominante de una persona multilingüe puede verse afectada en ciertos casos. Por ejemplo, en la tarea de nombrar colores descrita

anteriormente, un participante puede tardar más tiempo en recordar la palabra de un color en su primera lengua cuando cambia a la segunda, en comparación

con la situación inversa.

En uno de sus experimentos, Gollan analizó la capacidad de cambio de idioma de los bilingües español-inglés haciéndoles leer en voz alta párrafos solo

en inglés, solo en español y párrafos que mezclaban aleatoriamente el inglés y el español.Los resultados fueron sorprendentes. Aunque tenían los textos

delante de ellos, los participantes cometían “errores de intrusión” al leer en voz alta, por ejemplo, decir accidentalmente la palabra española “pero”

en lugar de la palabra inglesa “but”. Este tipo de errores se producía casi exclusivamente cuando leían en voz alta los párrafos mixtos, que requerían

cambiar de idioma.Lo más sorprendente fue que una gran proporción de estos errores de intrusión no eran palabras que los participantes se habían “saltado”

en absoluto. Mediante el uso de tecnología de seguimiento ocular, Gollan y su equipo descubrieron que estos errores se cometían incluso cuando los participantes

miraban directamente a la palabra concreta.Y aunque la mayoría de los participantes eran hablantes que dominaban el inglés, cometían más errores de intrusión

con palabras en inglés que con las debían decir en español, un idioma que controlaban menos, algo que, según explica Gollan, es casi como una inversión

del idioma dominante.

Dominancia invertida

“Creo que la mejor analogía es imaginar que hubiera alguna condición en la que de repente escribieras mejor con tu mano no dominante”, comenta. “A esto

lo hemos calificado como dominancia invertida”.

Esto puede ocurrir incluso cuando estamos aprendiendo una segunda lengua: cuando los adultos están inmersos en el nuevo idioma, pueden tener más dificultades

para acceder a las palabras de su lengua materna.

Los efectos de dominancia invertida pueden ser especialmente evidentes cuando los bilingües cambian de idioma en una misma conversación, dice Gollan. La

experta explica que, al mezclar idiomas, los multilingües hacen una especie de ejercicio de equilibrio, inhibiendo la lengua más fuerte para equilibrar

las cosas, y a veces van demasiado lejos en la dirección equivocada.

“Los bilingües intentan que ambas lenguas sean igual de accesibles, inhibiendo la lengua dominante para facilitar la mezcla”, dice. “Pero a veces 'sobrepasan'

esa inhibición, y acaban hablando más lento que en la lengua no dominante”.

Los experimentos llevados a cabo por Gollan también descubrieron una dominancia invertida en otra área sorprendente: la pronunciación. Los participantes

a veces leían una palabra en el idioma correcto, pero con el acento equivocado. Y de nuevo, esto ocurría más con las palabras en inglés (idioma dominante)

que en español.

“A veces los bilingües eligen la palabra correcta, pero con el acento incorrecto, lo cual es una disociación realmente interesante que indica que el control

del lenguaje se aplica en diferentes niveles de procesamiento”, dice Gollan. “Y hay una separación entre la especificación del acento y la especificación

del léxico del que se van a extraer las palabras”.

E incluso el uso de la gramática en nuestra lengua materna puede verse afectado de forma sorprendente, sobre todo si se ha estado muy inmerso en un entorno

lingüístico diferente.

“El cerebro es maleable y adaptable”, dice Kristina Kasparian, escritora, traductora y consultora que estudió neurolingüística en la Universidad McGill

de Montreal (Canadá). “Cuando uno se sumerge en una segunda lengua, eso influye en la forma en que percibe y procesa su lengua materna”.

Diferente actividad cerebral

Como parte de un proyecto más amplio realizado dentro de la investigación de su doctorado, Kasparian y sus compañeros hicieron pruebas con personas que

tenían el itialiano como lengua materna y que habían emigrado a Canadá y aprendido inglés ya de adultos. Todos ellos habían declarado anecdóticamente que

su italiano se estaba oxidando y que no lo utilizaban mucho en su día a día.

A los participantes se les mostró una serie de frases en italiano y se les pidió que vieran si les sonaban bien. Al mismo tiempo, se midió su actividad

cerebral mediante un método de electroencefalografía (EEG). Sus respuestas se compararon con las de un grupo de italianos monolingües que vivían en Italia.

Los inmigrantes italianos eran más propensos a rechazar frases italianas correctas como no gramaticales si estas no coincidían con la gramática inglesa

correcta. Y cuanto mayor era su dominio del inglés, cuanto más tiempo llevaban viviendo en Canadá y cuanto menos utilizaban su italiano, más probable era

que encontraran las frases correctas en italiano como incorrectas.

También mostraban patrones diferentes de actividad cerebral en comparación con los italianos que vivían en Italia. Descubrieron que, cuando se les presentaban

frases gramaticalmente aceptables solo en italiano (pero no en inglés), los italianos que vivían en Canadá mostraban patrones de actividad cerebral diferentes

a los de Italia.

De hecho, su actividad cerebral era más coherente con lo que cabría esperar de los angloparlantes, dice Kasparian, lo que sugiere que sus cerebros procesaban

las frases de forma diferente a la de sus homólogos monolingües en su país.

Evidentemente, la mayoría de las personas multilingües son capaces de mantener la gramática de su lengua materna sin problemas. Pero el estudio de Kasparian,

así como otros realizados en el marco de su proyecto de investigación más amplio, demuestran que nuestras lenguas no son estáticas a lo largo de nuestra

vida, sino que cambian, compitiendo e interfiriendo activamente entre sí.

Navegar por estas interferencias podría ser parte de lo que hace que a un adulto le resulte difícil aprender un nuevo idioma, especialmente si ha crecido

siendo monolingüe.

“Cada vez que vas a hablar esta nueva lengua, la otra es como si dijera: '“Eh, ya estoy aquí, listo'“, dice Matt Goldrick, profesor de lingüística en la

Universidad Northwestern de Evanston (Illinois). Así que el reto es que hay que suprimir eso que es tan automático y tan fácil de hacer, en favor de algo

que es increíblemente difícil cuando se está aprendiendo un idioma por primera vez”.

Gestionar la competencia es algo en lo que los multilingües suelen tener mucha práctica. Muchos investigadores sostienen que esto les aporta ciertas ventajas

cognitivas, aunque cabe señalar que aún no hay una posición firme al respecto, ya que otros afirman que sus propias investigaciones no muestran pruebas

fiables de una ventaja cognitiva bilingüe.

En cualquier caso, el uso de las lenguas es posiblemente una de las actividades más complejas que los humanos aprenden a realizar. Y tener que manejar

varios idiomas se ha relacionado con beneficios cognitivos en muchos estudios, dependiendo de la tarea y la edad.

Algunos estudios han demostrado que los bilingües rinden más en tareas de control ejecutivo. Asimismo, hablar varios idiomas también se ha relacionado

con un retraso en la aparición de los síntomas de la demencia. Y, por supuesto, el multilingüismo aporta muchos beneficios evidentes más allá del cerebro,

sin olvidar el beneficio social de poder hablar con mucha gente.

viernes, 15 de julio de 2022

estudio lingüístico del parentesco

Ego. En castellano llamamos tío al hermano de cualquiera de nuestros progenitores, independientemente de si es hermano de nuestro padre o de nuestra madre. En otras lenguas, en cambio, esto no es así. En noruego, por ejemplo, la palabra para referirse a tu tío será diferente según sea del lado materno o del lado paterno

Autora: Elena Álvarez Mellado

 

En la familia de mi pareja se llaman entre sí por el nombre de pila: Manolo, Javier, Mª Jesús. Me pregunto si será cosa de ser de Madrid. A mí, que soy de familia sureña, lo de llamarse entre familiares por el nombre de pila se me hace extraño. En mi familia los nombres van irremediablemente unidos a la relación de parentesco que me une a ellos: la tita Sole, el tito Pepe, la abuela Isabel.

 

No es solo cuestión de tradición, diría que es casi una necesidad: la adición al nombre del grado de parentesco es precisamente (junto con los siempre socorridos diminutivos) lo que nos permite deshacer los casos de ambigüedad onomástica que pululan por mi familia. El abuelo Juan, el tito Juanito, el tito Juan, el primo Juan y el primo Juanito designan de forma unívoca a los integrantes de la saga de Juanes que atraviesa nuestro árbol genealógico y que se extiende ya cinco generaciones atrás.

 

La manera en que las diferentes lenguas del mundo se refieren a los términos de parentesco es un tema de gran enjundia lingüística. Al fin y al cabo, la realidad puramente material sobre la que se asienta la filiación de una persona puede parecernos en principio común, universal e invariable: una persona nace de otra. Pero el complejo entramado social que tejen las relaciones de parentesco varía de una cultura a otra, y estas relaciones se codifican de maneras diferentes en las distintas lenguas (de una forma no muy distinta a lo que ocurre con la fragmentación del espectro cromático en los colores).

 

Por ejemplo, en castellano llamamos tío al hermano de cualquiera de nuestros progenitores, independientemente de si es hermano de nuestro padre o de nuestra madre. En otras lenguas, en cambio, esto no es así. En noruego, por ejemplo, la palabra para referirse a tu tío será diferente según sea del lado materno o del lado paterno. En otros idiomas, los términos de parentesco codifican la edad relativa entre individuos: es lo que ocurre en búlgaro o en las lenguas sami de Laponia, donde la palabra para referirse a tu tío variará dependiendo de que la persona en cuestión sea hermano mayor o pequeño de tu padre. Mientras que en otras lenguas es la consanguinidad lo que determina la denominación. En nepalí, por ejemplo, utilizan palabras distintas según el parentesco sea sanguíneo o político. Dicho de otro modo, en nuestro sistema llamamos tía tanto a la hermana de tu madre como a la mujer de tu tío, pero en nepalí estos parentescos reciben nombres diferentes.

 

También encontramos lenguas en las que se da el caso contrario, es decir, idiomas que engloban bajo una misma palabra parentescos que nosotros distinguimos como distintos. Los parentescos del hawaiano solo diferencian entre generaciones, así que denominan bajo el mismo término lo que nosotros distinguimos como primos y hermanos, o padres y tíos.

 

Aunque quizá la palma en lo que a complejidad de parentesco se refiere se la lleven aquellos nombres de parentesco que establecen relaciones familiares no ya entre dos personas, sino entre tres. Pongamos por caso un padre que está hablando con sus hijos y quiere referirse a la abuela materna de esos niños. Encontramos idiomas que conceptualizan específicamente ese tipo de relación (tu-abuela-que-es-mi-suegra), concretamente en lenguas de Australia, la Amazonia y la Patagonia, en algunos casos motivados por tabúes culturales. Aunque poco frecuentes, estas relaciones ternarias son buena muestra de la inmensa variabilidad cultural, conceptual y lingüística que podemos encontrar a lo largo y ancho del mundo (y su dificultad para trasladarla de unas lenguas a otras).

 

Los términos de parentesco presuponen la existencia de un origen de coordenadas, un yo que funciona como un kilómetro cero desde el que se articulan las relaciones familiares, lo que en lingüística se conoce como ego. Con el transcurso de los años y la aparición de nuevos integrantes, el ego lingüístico de mi familia ha saltado una generación, arrastrando con ello toda una nomenclatura familiar que llevaba más de treinta años estable. Con este nuevo ego que se abre paso con fuerza, las nuevas denominaciones empiezan a desplazar a las antiguas. Así, el primo Félix coexiste con la denominación el tito Félix; la tita Paqui es hoy también la abuela Paqui; papá ha devenido en el abuelo Amador. Asisto a este cambio lingüístico doméstico que ocurre bajo mis propias narices y que me empuja inexorablemente hacia la periferia genealógica.

 

 

eldiario.es

sábado, 25 de junio de 2022

¿Podemos pensar sin usar el lenguaje?

 

¿Podemos pensar sin usar el lenguaje?

Autora: Joanna Thompson

 

Investigadores cuestionan el concepto tradicional de que necesitamos del lenguaje para razonar

 

 

Los seres humanos llevamos decenas (o quizá cientos) de miles de años expresando nuestros pensamientos con el lenguaje. Es un rasgo distintivo de nuestra especie, hasta el punto de que los científicos llegaron a especular que la capacidad del lenguaje era la diferencia clave entre nosotros y otros animales. Y llevamos preguntándonos por los pensamientos de los demás desde que podemos hablar de ellos.

 

“La pregunta del tipo 'un centavo por tus pensamientos' es, creo, tan antigua como la humanidad”, dijo a Live Science Russell Hurlburt, psicólogo investigador de la Universidad de Nevada, en Las Vegas, que estudia cómo las personas formulan sus pensamientos. Pero, ¿cómo estudian los científicos la relación entre el pensamiento y el lenguaje? ¿Y es posible pensar sin palabras?

 

La respuesta, sorprendentemente, parecería ser afirmativa, según cree haber descubierto Hulburt tras varias décadas de investigación. El investigador, por ejemplo, asegura haber demostrado que algunas personas no tienen un monólogo interior, es decir, que no hablan consigo mismas en su cabeza, según informó anteriormente Live Science. Y otras investigaciones muestran que las personas no utilizan las regiones lingüísticas de su cerebro cuando trabajan en problemas de lógica sin palabras.

 

Sin embargo, durante décadas los científicos pensaron que la respuesta era no, que el pensamiento inteligente estaba entrelazado con nuestra capacidad de formar frases.

 

“Una de las afirmaciones más destacadas es que el lenguaje surgió básicamente para permitirnos tener pensamientos más complejos”, explica a Live Science Evelina Fedorenko, neurocientífica e investigadora del Instituto McGovern del MIT. Esta idea fue defendida por lingüistas legendarios como Noam Chomsky y Jerry Fodor a mediados del siglo XX, pero ha empezado a caer en desgracia en los últimos años, según informa el artículo publicado en Scientific American.

 

Nuevas pruebas han llevado a los investigadores a reconsiderar sus antiguas suposiciones sobre cómo pensamos y qué papel desempeña el lenguaje en el proceso.

 

El “pensamiento no simbolizado” es un tipo de proceso cognitivo que se produce sin el uso de palabras. Hurlburt y un colega acuñaron el término en 2008 en la revista Consciousness and Cognition, después de llevar a cabo décadas de investigación para verificar que era un fenómeno real, dijo Hurlburt.

 

 

Estudiar el lenguaje y la cognición es notoriamente difícil, en parte porque es realmente difícil de describir. “La gente utiliza las mismas palabras para describir experiencias internas muy diferentes”, dijo Hurlburt. Por ejemplo, alguien puede utilizar palabras similares para relatar un pensamiento visual sobre un desfile de elefantes rosas que para describir su monólogo interior no visual, centrado en los elefantes rosas.

 

Otro problema es que puede ser difícil reconocer el pensamiento sin lenguaje en primer lugar. “La mayoría de la gente no sabe que tiene un pensamiento no simbolizado”, dice Hurlburt, “incluso las personas que lo practican con frecuencia”.

 

Y como las personas estamos tan atrapadas en nuestros propios pensamientos y no podemos acceder directamente a las mentes de los demás, puede ser tentador suponer que los procesos de pensamiento que ocurren dentro de nuestras propias cabezas son universales.

 

Sin embargo, algunos laboratorios, como el de Fedorenko, están desarrollando técnicas que estiman mejores para observar y medir la conexión entre el lenguaje y el pensamiento. Las tecnologías modernas, como la resonancia magnética funcional (IRMf) y la microscopía, permiten a los investigadores hacerse una idea bastante clara de qué partes del cerebro humano corresponden a las distintas funciones; por ejemplo, los científicos saben ahora que el cerebelo controla el equilibrio y la postura, mientras que el lóbulo occipital se encarga de la mayor parte del procesamiento visual. Y dentro de estos lóbulos más amplios, los neurocientíficos han sido capaces de aproximar y mapear regiones funcionales más específicas asociadas a cosas como la memoria a largo plazo, el razonamiento espacial y el habla.

 

La investigación de Fedorenko tiene en cuenta estos mapas cerebrales y añade un componente activo. “Si el lenguaje es fundamental para el razonamiento, entonces debería haber cierta superposición de recursos neuronales cuando uno se dedica a razonar”, ha hipotetizado. En otras palabras, si el lenguaje es esencial para el pensamiento, las regiones del cerebro asociadas al procesamiento del lenguaje deberían iluminarse cuando alguien utiliza la lógica para resolver un problema.

 

Para probar esta afirmación, ella y su equipo realizaron un estudio en el que dieron a los participantes un problema de lógica sin palabras para que lo resolvieran, como un sudoku o un poco de álgebra. A continuación, los investigadores escanearon los cerebros de estas personas mediante una máquina de IRMf mientras resolvían el rompecabezas. Los investigadores descubrieron que las regiones del cerebro de los participantes asociadas al lenguaje no se iluminaban mientras resolvían los problemas; en otras palabras, razonaban sin palabras.

 

Investigaciones como la de Fedorenko, Hurlburt y otros demuestran que el lenguaje no es esencial para la cognición humana, lo cual es un hallazgo especialmente importante para entender ciertas afecciones neurológicas, como la afasia. “Se puede quitar el sistema del lenguaje y gran parte del razonamiento puede continuar sin problemas”, dijo Fedorenko. Sin embargo, “eso no quiere decir que no sea más”.

sábado, 4 de junio de 2022

Una sugerencia de lectura.

 

Si no has leído Hasta donde termina el mar, de Alaizt Leceaga, es una sugestiva propuesta de lectura:

 

Una apasionante intriga sobre secretos familiares, venganza y el poder redentor del amor, ambientada en los dramáticos paisajes de la costa de Vizcaya, tierra de leyendas en la que aún se oye hablar de sirenas.

Detrás de cada tormenta desaparecen una y otra vez chicas jóvenes, y una corona de flores llega después de unos días a la playa.

Engancha desde la primera página.

 

jueves, 2 de junio de 2022

rendimiento académicos de estudiantes con discapacidad.

 

Los universitarios con discapacidad obtienen notas similares a las del resto, pese a que sus necesidades “se desatienden con frecuencia”

Temática: Solidaridad

Los universitarios con discapacidad obtienen resultados académicos similares a las del resto de estudiantes, pese a que el profesorado no siempre reconoce sus necesidades educativas especiales, “que con frecuencia se desatienden”, tal y como pone de manifiesto un estudio elaborado por Fundación ONCE y presentado en Madrid, el pasado 5 de mayo. Cuenta con el apoyo del Fondo Social Europeo. 

Titulado ‘El rendimiento académico de los estudiantes universitarios con discapacidad en España’el trabajo se dio a conocer en una jornada que contó con la presencia de Alejandro Albillo, director del Gabinete del secretario general de Universidades; Isabel Martínez Lozano, directora de Programas con Universidades y Promoción del Talento Joven de Fundación ONCE, Angela Alcalá, responsable del grupo de diversidad en CRUE Asuntos Estudiantiles, y Luis Cayo Pérez Bueno, presidente del CERMI.

Como indica su título, el estudio pretende medir el rendimiento de los estudiantes con discapacidad y compararlo con el del resto del alumnado de enseñanzas superiores para mejorar el conocimiento de las causas y factores que influyen en los resultados educativos de los universitarios con discapacidad. 

Según explicaron en la jornada Antonio Jiménez Lara, director del trabajo, y Agustín Huete, autor y profesor de Sociología de la Universidad de Salamanca, para su elaboración, se han analizado los datos de rendimiento académico de estudiantes con discapacidad proporcionados por 21 universidades públicas, que agrupan al 48,4% del alumnado universitario matriculado en programas de grado, máster y doctorado el curso académico 2018-19 en el conjunto del sistema universitario español.

Además, se ha hecho una revisión bibliográfica internacional sobre el rendimiento académico de estos estudiantes que recoge las metodologías existentes para medir el aprovechamiento académico y analiza las barreras y aspectos facilitadores para mejorarlo.

En concreto, los datos dados por las 21 universidades públicas que han facilitado información se refieren a un total de 14.828 estudiantes con discapacidad matriculados en el curso 2018-2019.  De ellos, 13.144 cursaban estudios de grado; 1.281, de máster, y 403, estudios de doctorado. En total, todos suponían el 2,01% del alumnado de las universidades informantes.

Por niveles de estudios, la proporción de los alumnos con discapacidad en las universidades informantes es de 2,06% en programas de grado, 1,85% en estudios de máster y 1,30% en doctorados. En cuanto al género, el 52,1% de los estudiantes con discapacidad que componen la muestra son hombres y el 47,9% mujeres, si bien la proporción que suponen los chicos aumenta con el nivel de estudios.

Tasa de éxito

El trabajo distingue entre tasa de éxito (relación porcentual entre el número de créditos superados durante un curso académico y el número total de créditos presentados a examen en dicho curso), tasas de rendimiento (relación porcentual entre el número de créditos superados y el número de créditos en los que los estudiantes han estado matriculados) y tasas de evaluación (relación porcentual entre el número de créditos presentados a examen y el número de créditos matriculados).

Y en función de esta distinción, concluye que los universitarios con discapacidad matriculados tanto en estudios de grado como en máster durante el curso 2018-2019 obtienen resultados bastante cercanos a los de la población universitaria general en lo que se refiere a la tasa de éxito, pero no tanto a las de rendimiento y evaluación, donde sus puntuaciones son un poco más bajas.

Esto significa, según explicaron los autores, que una vez tomada la decisión de presentarse a evaluación de asignaturas, los resultados académicos obtenidos por el alumnado con discapacidad son equiparables a los de la población universitaria general. Así, si la tasa de éxito de los universitarios con discapacidad es de 81,2 en los estudios de grado, la de los alumnos sin discapacidad de los mismos programas se sitúa en 86,7. En el caso de los estudios de máster, la puntuación es de 97,1 y 98,1, respectivamente.

A este respecto, los autores del trabajo señalan que la flexibilización de los tiempos y las metodologías docentes parecen una estrategia clave, “en un contexto en que las universidades son muy poco flexibles con los planes de estudios, y el profesorado no siempre reconoce las necesidades educativas especiales, que con frecuencia se desatienden”.

Unido a esto, el estudio pide a las universidades que incluyan en sus estrategias de orientación y captación de alumnado acciones para promover el acceso de los estudiantes con discapacidad a la educación superior, ya que su presencia en este ámbito es todavía baja, y que cuenten con pruebas de acceso adaptadas a sus necesidades, además de un sistema de becas menos complejo.

Y si baja es la presencia de estudiantes con discapacidad en la universidad en general, baja lo es, sobre todo, en las aulas presenciales, donde los autores la consideran “claramente inferior a lo esperable”. Desde esta perspectiva, consideran que existe “un reto importante en el acceso de las personas con discapacidad a la formación en universidades presenciales, que debe ser enfrentado”.

Otro aspecto que arroja el documento es que la distribución por edad del alumnado universitario con discapacidad es muy diferente de la del conjunto de estudiantes matriculados en programas de grado y máster en las universidades públicas españolas. Su media de edad es considerablemente mayor, 31 años en grado y 37 en máster, frente a 22 y 28 años, respectivamente, para el conjunto de los estudiantes. También presenta, al igual que la de los estudiantes en general, diferencias según el sexo (con una estructura por edades algo más rejuvenecida en las mujeres) y la presencialidad de las universidades (con un alumnado bastante más envejecido en la UNED).

La mayor edad media de los estudiantes con discapacidad matriculados se debe, por una parte, a que han ingresado más tarde al sistema universitario (con una media de 24 años, cuando la edad promedio de ingreso a la universidad para el conjunto del estudiantado es de 20 años), y por otra a que invierten más tiempo que el conjunto de los estudiantes en completar sus titulaciones, pues una de las estrategias que siguen para adecuar la carga docente a sus necesidades específicas es la de prolongar la duración de sus estudios.

Pese al análisis que se hace en este trabajo, Fundación ONCE considera que para poder disponer de todos los indicadores relevantes sobre el rendimiento académico del alumnado universitario con discapacidad, “es indispensable que se incorpore a las estadísticas del Sistema Integrado de Información Universitaria (SIU) la variable discapacidad”.

En la misma línea, la entidad aboga por incorporar además en el SIU información, codificada uniformemente, sobre el tipo y grado de discapacidad y, en la medida en que sea posible, sobre la atención recibida por los servicios de apoyo al alumnado con discapacidad. “De otro modo”, advierte, “resultará muy difícil disponer de diagnósticos que permitan analizar la situación de las personas con discapacidad ante la educación universitaria y disponer de evidencias que ayuden a la formulación y aplicación de políticas públicas eficaces dirigidas a mejorar la atención educativa al alumnado universitario con discapacidad y a hacer que las universidades españolas y sus planes de estudio sean más accesibles para el alumnado con discapacidad”.

REDES SOCIALES

 

 

sábado, 2 de abril de 2022

El poder del punto y de la coma en nuestra historia.

Lenguaje y verdad: el poder del punto y de la coma en nuestra historia.

Autora: Milena Heinrich.

 

 

Una coma, un signo de pregunta o un punto pueden cambiar por completo el sentido de una oración y por lo tanto nuestra comunicación: en esas marcas hay un largo pasado hasta convertirse en lo que son hoy, un sistema escueto pero decisivo de convenciones que aportan precisión, lírica y expresividad al lenguaje escrito, y que aún en su coherencia no están exentas de los cambios de comportamiento que motorizan usos y desusos, tal como sostiene el noruego Bård Borch Michalsen en el ensayo Cómo la puntuación cambió la historia.

 

 

 

A Bård Borch Michalsen ―académico especializado en lenguaje y cultura― le gusta jugar con las palabras, cambiar las letras, incorporar emoticones, desplazar marcas de puntuación. Sabe que un cambio de lugar o un signo altera el tono y transforma el significado de lo que se quiere decir porque en esos gestos está la diferencia: aclimatan la lectura e inclinan el tono y los tiempos del texto, e incluso guían la voz propia. Y por eso, atento a que es no es lo mismo la afirmación exclamativa "¡cómo la puntuación cambió la historia!" que la pregunta "¿cómo la puntuación cambió la historia?", su primer libro traducido al castellano por Christian Kupchik se titula así, un poco en el medio de ambos sentidos y se desliza en clave más procesual: "Signos de civilización. Cómo la puntuación cambió la historia".

 

¿Cómo pasamos de "escribirtodojunto" a "escribir todo junto"? El camino, como hilvana este libro, está plagado de ensayos, simultaneidades, búsquedas, avances tecnológicos y, también, de magia que escarba en las posibilidades del lenguaje para imprimirle muchos más colores. Michalsen define a la puntuación como una "de las cosas más espléndidas que produjo nuestra civilización". La presencia de estos signos facilitó la comunicación, le dio agilidad al lenguaje y la expandió a tal punto que hoy un "hola" con punto en un mensaje de WhatsApp no tiene la misma vitalidad que un signo de exclamación para decir "hola!", lo mismo escribir en mayúscula o imprenta.

 

En este trabajo publicado por Godot, el investigador narra un recorrido fascinante sobre los modos en que la puntuación fue ensayando marcas en dos mil años de historia y fue arcillando también un sistema coherente que otorgó mucha amplitud a los modos de decir en los distintos alfabetos, pero más amplitud tomó como fuerza motora del desarrollo de las sociedades. "Los signos de puntuación no son únicamente una parte importante de nuestro código idiomático, sino que se transformaron nada menos que en una de las fuerzas impulsoras en el desarrollo de toda nuestra civilización occidental", escribe el autor en las primeras páginas.

 

Como un gran estado del arte de la puntuación, que se trenza con la historia de la escritura, la tipografía o la impresión y los buenos o correctos usos de algunos signos, el ensayo también explora por ejemplo la forma en que la puntuación atraviesa el cuerpo. ¿Cómo es que de pronto actuamos como signos vivientes de exclamación, como se lee en el libro? La puntuación, como sistema dentro de la escritura, se funde con la materia y con la cabeza; nos guía como una voz interna y nos detiene con su condición externa. "Cuando hablamos no tenemos la puntuación, pero tenemos la voz y el lenguaje corporal! Y al revés: cuando escribimos, la puntuación expresa de algunas maneras el lenguaje corporal, la voz (y el silencio)!", dice Michalsen.

 

Un viaje de estudio

 

Esa historia lo llevó en un viaje de estudio que se remonta a la Antigüedad y a la clásica Alejandría, la gran capital intelectual de la época. Allí el autor encuentra al "héroe", Aristófanes de Bizancio, que legó aportes al sistema de puntuación en el idioma griego, de quien heredamos su cadencia y la coma. Desde luego, el lenguaje está atravesado por la historia y sus relaciones de poder, y el sistema que diseñó Aristófanes quedó en el olvido aunque la necesidad de separar espacios o poner acentos fue heredada al poco tiempo. Otro de los héroes que vendrían después, en el Renacimiento, sería Aldo Manuzio, veneciano, que como gran hombre influyente de su tiempo modernizó y habilitó una relación más amplia e individual con los libros, es decir, con el pensamiento, la escritura y la puntuación, en tiempos donde la imprenta como tecnología se agitaba pujante y prometedora.

 

Otro de los aspectos que destaca el autor noruego es que cuando se empezaron a publicar textos, gracias a la maquinaria de la imprenta, y se socializó su acceso, también se puso en jaque el monopolio de la interpretación. ¿Con la puntuación ocurrió algo similar, en tanto que su carácter civilizatorio lo dota también de un aspecto más democrático al poder incluir mayor cantidad de personas? Para Michalsen sí: "la puntuación posibilitó la escritura y la lectura para más personas". Sin embargo, que esta afirmación no simplifique las cosas porque, como refleja el autor, a la puntuación en tanto poderosa caja de expresión también la atraviesan relaciones de poder.

 

domingo, 30 de enero de 2022

Inventos creados por mujeres

Para celebrar el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia hemos preparado esta indispensable fotogalería. Sin ellas, el mundo no habría sido el mismo.

 

Cada 11 de febrero, desde que fuese proclamado en 2015 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, se celebra en el mundo el Día Mundial de la Mujer y la Niña en la ciencia, con el objetivo de conseguir como meta una participación equitativa para las niñas y mujeres en los campos científicos, así como luchar por el fortalecimiento de la situación en sociedad de niñas y mujeres de todo el mundo.

Hoy hacemos un repaso por esas mujeres imprescindibles, sin las que nuestro mundo, tal y como lo conocemos, no habría sido igual.

Estamos seguros que conoces los nombres de los inventores masculinos más famosos cuyos inventos también transformaron nuestra realidad: Galileo Galilei, Leonardo da Vinci, Alexander Graham Bell, Thomas Alva Edison, Nikola Tesla, Louis Pasteur, Tim Berners-Lee, Steve Jobs...). Pero, ¿conoce las muchas mujeres cuyas ideas revolucionarias e innovadoras en ciencia y tecnología también mejoraron el mundo en el que vives?

Las mujeres inventoras no son reconocidas con tanta frecuencia como los hombres. Muchas sufrieron lo que se conoce como “Efecto Matilda”, una práctica muy habitual en el pasado en la que miles de científicas vieron cómo sus investigaciones, trabajos, estudios, descubrimientos, eran atribuidos a hombres a pesar de ser ellas las verdaderas descubridoras o inventoras.

 

Aún queda mucho camino por recorrer y esperemos que el caso de tantas científicas que cayeron en el olvido, como Nettie Stevens, conocida posteriormente como la descubridora del sistema XY de determinación del sexo (cuyos descubrimientos fueron atribuidos al genetista Thomas Hunt Morgan), Marthe Gautier, quien descubrió la anomalía cromosómica que provoca el síndrome de Down (y cuyo hito fue atribuido al pediatra y padre de la genética moderna Jerome Lejeune) o, quizá el caso más conocido, el de la química británica Rosalind Franklin, quien descubrió, entre otras cosas, la estructura del ADN (y cuyo reconocimiento en forma de Premio Nobel no recibió ella sino sus compañeros Francis Crick y James Watson), sea cosa del pasado en nuestro futuro.

La historia de la ciencia tiene muchos nombres masculinos, pero también femeninos. Hoy te hablamos de una gran cantidad de inventos obra de mujeres, de ayer y de hoy.

Inventos que no existirían si no fuera por mujeres

Son inventos extraordinarios que hoy no existirían si no fuera por ellas. ¿Cuántos conoces?

 

Dispositivo quirúrgico láser

Responsable: Patricia Bath, inventora y oftalmóloga contemporánea de Harlem, Nueva York (EE. UU.). Fue la primera doctora afroamericana en recibir una patente médica. En 1986, inventó la sonda Laserphaco Probe, que revolucionó el tratamiento de las cataratas. Este dispositivo médico mejoraba el uso del láser para eliminar las cataratas en los ojos, la causa más común de pérdida de visión en las personas mayores de 40 años y principal causa de ceguera en el mundo. También fue la primera mujer miembro del Instituto del ojo Jules Stein, primera mujer en dirigir un programa de posgrado en oftalmología, y primera mujer elegida empleada honoraria del Centro Médico UCLA. Escribió más de 100 artículos científicos.

Cable de fibra óptica

La física estadounidense Shirley Jackson es la creadora de una gran cantidad de inventos. Para empezar, esta licenciada por el Instituto de Tecnología de Massachusetts en 1973 fue la primera mujer afroamericana en obtener un doctorado en física nuclear en el MIT. Entre sus inventos, destacan sus experimentos con la física teórica que allanaron el camino para numerosos desarrollos en el espacio de las telecomunicaciones, incluido el teléfono de tonos, el fax portátil, el identificador de llamadas, la llamada en espera y el cable de fibra óptica.

VoiP

La mujer que creó la VoiP (voz sobre iP), la tecnología que nos permite comunicarnos a través de audio y vídeo a través de Internet es Marian Croak. Es la desarrolladora acreditada de la mayoría de las características del protocolo de voz sobre Internet que llevaron a su adopción casi universal. Esta mujer afroamericana tiene en su haber más de 125 patentes en tecnología VOIP, la misma tecnología empleada por compañías tan populares como Skype o Zoom.

Tipp-ex

Aún a día de hoy lo seguimos utilizando. El tipp-ex o papel líquido es invención de Bessie Nesmith Graham, una mecanógrafa y diseñadora industrial estadounidense quien trabajaba como secretaria cuando inventó este corrector líquido que no era sino una sustancia blanca que se secaba rápidamente al aplicarse sobre un folio de papel y que conseguía tapar las faltas de mecanografía. De hecho, lo ideó para uso personal pero finalmente creó su propia compañía, la Liquid Paper Corporation para comercializar el producto.

Bolsa de papel con fondo plano

La bolsa de papel con fondo plano es obra de la inventora estadounidense Margaret Knight, una creadora excepcionalmente prolífica a finales del siglo XIX. De hecho, la llamaban "la dama Edison" o "una mujer Edison" al compararla con el también inventor Thomas Alva Edison, con gran fama por parte del público. Knight ideó un dispositivo de seguridad para telares textiles. También se le otorgó su primera patente en 1871, con la que os presentamos a Knight como inventora, para una máquina que cortaba, doblaba y pegaba bolsas de papel de fondo plano, eliminando así la necesidad de que los trabajadores las ensamblaran lentamente a mano (mecanizó así todo el proceso de fabricación: corte, doblado y pegado) y muchas otras ideas más. En total registró 27 patentes a lo largo de su vida, por inventos que incluyen máquinas para fabricar zapatos, un "escudo de vestir" para proteger las prendas de las manchas de sudor, un motor rotativo y un motor de combustión interna.

Rayos X portátiles

Probablemente la inventora y científica más conocida de esta selección. Marie Curie es la protagonista, aparte de por descubrir la radioactividad junto a los elementos químicos polonio y radio, esta mujer que dedicó toda su vida a la ciencia, inventó el primer aparato de radiografías móvil. No era sino un coche equipado con una máquina de rayos X, una sala oscura para revelado y una dinamo que generaba toda la electricidad necesaria para que únicamente fuese necesario el motor del coche para que su invento funcionara sin problemas. Una creación que salvó miles de vidas de soldados durante la Primera Guerra Mundial y cambió la medicina. Marie Curie se convirtió en la primera mujer en ganar un Premio Nobel, aunque tuvo que compartir el honor con su esposo Pierre y otro científico llamado Henri Becquerel que estaba haciendo un trabajo similar sobre la radiactividad al mismo tiempo que los Curie. También sabemos que todos esos años trabajando con elementos radiactivos le pasaron factura y falleció en 1934 de anemia aplásica, una enfermedad relacionada con la exposición a la radiación.

Acuario

¿Quién inventó los acuarios? La naturalista francesa Jeanne Villepreux-Power, una apasionada de la biología marina, es la responsable de la creación de los acuarios como método para investigar el mundo marino. Gracias a los acuarios, los investigadores y curiosos podían estudiar la vida marina con mayor facilidad. Villepreux-Power creó el primer acuario de cristal para poder observar a los moluscos del género Nautilus en condiciones controladas, demostrando que fabricaba su propio caparazón y no lo tomaba prestado de otro organismo, como sostenía la opinión popular. Fue una mujer completamente autodidacta y, sin duda, una de las pioneras en la preservación de la naturaleza. Se convirtió en la primera mujer miembro de la Academia de Catania así como en más de una docena de academias científicas.

Máquina de hacer helado

A la inventora estadounidense Nancy Johnson le debemos la invención de la máquina de hacer helados, un dispositivo basado en un congelador de helado con manivela, que data de 1843. La máquina era una especie de batidora de helados con manivela que nació precisamente porque a Nancy le llevaba demasiado tiempo preparar helado (siempre a mano y de forma muy intensiva). Así que este invento redujo el proceso. Pronto su invento se hizo famoso y muchas tiendas ofrecían helado hecho con esta heladera, que revolucionó la fabricación de los helados.

Sistema de propulsión de hidracina

La ingeniera aeroespacial Yvonne Brill patento un sistema de propulsión con hidracina para mantener un satélite en una órbita geoestacionaria fija durante más tiempo y con una carga útil mayor que otros métodos anteriores. Fue en 1967. Así es, inventó el sistema de propulsión que evita que los satélites de comunicación se salgan de órbita. Inicialmente quería estudiar ingeniería, pero la universidad le negó la admisión porque no podían acomodar mujeres. Durante su vida, Brill contribuyó a los sistemas de propulsión de TIROS, el primer satélite meteorológico; Nova, una serie de diseños de cohetes que se utilizaron en misiones lunares estadounidenses; Explorer 32, el primer satélite de la atmósfera superior; y el Mars Observer, que en 1992 casi entró en la órbita de Marte antes de perder la comunicación con la Tierra.

Lenguaje COBOL

La reconocida matemática especialista informática estadounidense, Grace Hopper, es la precursora del lenguaje COBOL, un compilador importantísimo en el desarrollo de la informática moderna. Fue la primera programadora que utilizó el ordenador Mark I de Harvard, una máquina de cinco toneladas que ocupaba toda la habitación. Aparte de su labor informática, Hooper también es considerada toda una patriota; tanto es así, que un destructor de la marina estadounidense, lleva su nombre: el USS Hopper.

GPS

La matemática estadounidense Gladys West fue clave en la invención del sistema de navegación por satélite, GPS. Gracias a su trabajo, se desarrolló el sistema de posicionamiento global más conocido en todo el mundo y sin el que, anteriormente, muchos nos perdíamos por las carreteras. Después de una educación universitaria en la que los hombres la superaban en número, esta mujer afroamericana comenzó a trabajar en el Naval Surface Warfare Center. Sus datos, fruto del análisis de satélites y programación en un ordenador IBM para crear cálculos precisos de la forma de la Tierra, se convirtieron en la base del actual GPS.

Sistema de seguridad

El primer sistema de seguridad para el hogar fue inventado por una enfermera afroamericana. Se trata de Marie Van Brittan Brown, quien preocupada por las amenazas de seguridad en su hogar, ideó un sistema de alerta si individuos extraños se acercaban a su puerta y se pondría en contacto con las autoridades pertinentes lo antes posible. Su invención original consistió en mirillas, una cámara, monitores y un micrófono de dos vías. El broche final fue un botón de alarma que, cuando se presionaba, comunicaba inmediatamente con la policía. Su patente sentó las bases para el moderno sistema de televisión de circuito cerrado que se usa ampliamente para vigilancia, sistemas de seguridad para el hogar, dispositivos de alarma con botones, prevención de delitos y monitoreo del tráfico. Brown y su marido, que era electricista y que le ayudó a construir el dispositivo, recibieron la patente en 1969. La primera de su tipo.

Cristal no reflectante

Katherine Blodgett fue la primera mujer en doctorarse en física en la Universidad de Cambridge allá por 1926. En 1938 inventó el microfilm de estereato de bario, una película que permite convertir cualquier cristal en un cristal no reflectante, una invención empleada habitualmente en gafas, cámaras fotográficas, telescopios, lentes de proyectores, microscopios... Durante su trayectoria, registró 8 patentes en Estados Unidos y 2 en Canadá.

Sujetador

Una prenda que cambiaría la vida de las mujeres. El sostén o sujetador es obra de Caresse Crosby. ¿Cómo surgió la idea? Crosby, una joven que vivía en la ciudad de Nueva York estaba harta de los corsés voluminosos y restrictivos que tenían que emplear mujeres. Siempre inquieta, diseñó un "sostén sin espalda". Recibió la patente en 1914 y fundó la empresa Fashion Form Brassière Company con la intención de fabricar y vender su sostén aunque, finalmente vendió la patente a Warner Brothers Corset Company por apenas 1.500 dólares, que comenzó a vender sus sujetadores de forma masiva en todo el mundo.

 

Joan J. Torres Masip

Psicólogo